Federico Klemm, un artista extraordinario

En un repaso histórico por los ciclos, personajes y figuras que marcaron un momento de la TV argentina, diario Hoy recuerda la vida del personaje mediático.

Nacido en la República Che­ca, Federico Klemm fue un personaje icónico en los años 90 en Argentina. Era descendiente de una familia de clase alta que se dedicaba a la fabricación de plásticos. Es más, llegaron con el aval de Juan Domingo Perón y se volvieron importadores de productos químicos.

Con un estilo innovador, el muchacho se dedicó a los ámbitos de arte para poder crear galerías, espacios culturales y salas abiertas, donde los innovadores de la época compartían sus saberes, las exposiciones e intercambiaban saberes.

Con el paso del tiempo, Klemm se volvió un admirador de las obras clásicas pero también se interesaba por las piezas más modernas o contemporáneas. Asimismo, supo intervenir las producciones y estaba fascinado por la astrología, la religión, la fantasía y la mística egipcia.

Con persistencia, esfuerzo y su personalidad, Federico llegó a fundar una sala de arte para los jóvenes profesionales que recién empezaban, así como también solía reunir a los referentes de la alta cultura. Luego de la muerte de su papá, el artista vivía con su madre en una propiedad de Palermo, tenía un buen pasar y siempre se lo veía muy arreglado, con trajes ostentosos hechos a medida, un rubio dorado y el bronceado característico de los años 90.

Además, tuvo su propio espacio televisivo llamado El show telemático, donde hablaba de arte, mostraba sus obras, recorría las nuevas tendencias y desplegaba su histrionismo tan especial. Siempre rodeado de amigos íntimos, Federico era reservado en relación a su privacidad, por lo que nunca habló sobre su sexualidad.

Los años de la dictadura militar no fueron amables con él, más de una vez terminó en algún que otro operativo siendo muy maltratado por las fuerzas de seguridad. Sin embargo, con valentía y esmero logró sobreponerse también a esta época para poder continuar con su trabajo en el arte, incluso hacía retratos, abría sus espacios y trabajaba por cultivarse cada día más. Con la muerte de su papá, Federico heredó 30 millones de dólares, co­menzó a ganar popularidad en la pantalla chica y fue invitado a formar parte o hacer participaciones en los shows de Antonio Gasalla, Raúl Portal, Marcelo Tinelli, entre otros.

Su vestuario especial se convirtió en un placard con piezas únicas que se pueden admirar en su fundación, donde también permanecen las obras. Fue admirado por la clase alta argentina y también por el político Carlos Saúl Menem, que estaba encantado con el arte kitsch.

Hacedor de eventos públicos también fue un exponente de un cambio de época en la que pudo acceder a compartir materiales, experiencias que sirvieron para los cambios de paradigma que vendrían junto al cambio de milenio. Tenía un gran amor por la música, más precisamente por todas las canciones intepretadas por María Callas, con las que Federico despidió a su mamá que falleció en el 2000; dos años después sonaría la misma cortina cuando él dejó este mundo.

Noticias Relacionadas