entrevista

Fernando Krichmar Porto: “La película es memoria, pero también es presente”

En tiempos en los que la memoria es cuestionada, la película traza paralelos entre el pasado y el presente del país trasandino.

En No son 30 pesos, el realizador argentino Fernando Krichmar Porto revisa la ­trayectoria del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, la guerrilla creada por el Partido Comunista chileno, luego de diez años de iniciada la dictadura del genocida Augusto Pinochet. Hablamos con Krichmar Porto para conocer más detalles de esta propuesta, que además linkea el pasado con los hechos recientes de revolución iniciada por los jóvenes en la presidencia de Sebastián Piñera.

—¿Cómo estás viviendo el estreno de la película? Una película lleva mucho tiempo, pero que se esté estrenando en este contexto tan particular que estamos viviendo los argentinos... ¿cómo lo ves?

—La vivencia del estreno siempre es un momento muy especial para nosotros porque bueno, es el momento en que se termina de dar este acto de comunicación, que en definitiva es una película, y entra en contacto con el público y ahí tendremos generalmente el pulso de cómo va a ser el futuro de la película en general. Venimos teniendo muy buenas respuestas en la gente que la ve, así que vamos confiados como siempre.

Respecto de lo que vos planteás de la etapa que se abre, bueno, estamos preocupados como mucha gente porque es un momento difícil del país. En este sentido, esperamos que por lo menos esta semana siga todo bien, porque, bueno, estamos en tres horarios ahí en Gaumont, a las 12, a las 16 y a las 20, hasta el 13 de diciembre, y después veremos cómo sigue su vuelta la película. Pero, bueno, en relación a lo que vos decís y la asociación del nuevo gobierno con ­promesas de recortes y amenazas sobre el Incaa y mucha gente operando en ese entorno, eso es prácticamente ya para nosotros una costumbre, tener que salir a defender el cine nacional, la industria nacional del cine, la soberanía audiovisual y toda una serie de valores que por un lado son económicos, pero que fundamentalmente son simbólicos. Y la afirmación de una mirada propia sobre nuestro país y nuestro continente, cosa que, digamos, es atacada de hecho por muchos de las primeras líneas del nuevo gobierno.

Así que, bueno, en ese sentido estamos prevenidos y siempre organizados los cineastas para pelear por nuestros derechos y por los derechos económicos de las 600.000 personas que trabajan en el cine directa o indirectamente; hasta veíamos el hecho soberano que implica tener una cinematografía nacional. Y nuestra película es un modesto aporte.

—En este contexto en el que la ­memoria también se ha cuestionado mucho, recuperás un hecho particular que sucedió del otro lado de la ­cordillera, pero que habla también de muchas luchas y conquistas que se han hecho en todos los países ­latinoamericanos...

—Si bien son temas de memoria y temas que sucedieron hace mucho, en 1973, en 1983, en 1986, la película está también pensada desde el presente, porque justamente la generación que interpela es la que luchó en su momento contra Pinochet, y en la peli es la nueva generación que participa en varias rebeliones, sobre todo las más fuertes. Esta última de 2019 en la que prácticamente se volteó al gobierno de Piñera, una lucha continua de 30 años que un poco es retomada por esta generación; es memoria, pero también es presente.

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