entrevista
Joaquín Furriel: “En este momento se transforma en un privilegio enorme estrenar una película”
Uno de los mejores actores de Argentina abre el calendario de cine nacional con una propuesta en la que, una vez más, sorprende con su interpretación.
Una muerte silenciosa, de Sebastián Schindel, llega este jueves a los cines con los protagónicos de Joaquín Furriel, Soledad Villamil, María Marull y Alejandro Awada. La película, rodada en el Sur argentino, cuenta el relato de una sorpresiva muerte y los esfuerzos para tratar de revelar al asesino. En diálogo con Hoy, Furriel cuenta cómo se preparó para el film.
—En El aroma del pasto recién cortado, habías reconfigurado tu manera de estar en la pantalla, y acá de nuevo lo mismo, ¿cómo se consigue eso?
—Acá tuve el beneficio de que la producción me envió una semana antes a la Patagonia. Yo voy mucho a la Patagonia y te diría que uno de mis mejores amigos, es de San Martín de los Andes. Tienen otro tiempo, otra manera de ver las cosas, de disfrutar, de caminar, de hablar también. Pero sobre todo hay algo en la mirada de cómo conviven con todo ese entorno tan potente que los rodea. Y acá, también el beneficio de trabajar con Sebastián por tercera vez, que ya nos conocemos mucho. Había algo de un personaje que todos lo que le ha salido mal en la vida no lo pudo comunicar con nadie. Y se lo ha ido guardando, guardando, guardando, como una especie de callo emocional. Termina viviendo aislado ahí en una cabaña con un vínculo muy pequeño que es su jefe, que es el patrón, y después que es cazador también. Es una persona que está todo el tiempo buscando animales para matar. Guía para que maten animales. Ciervos. Había varios puntos ahí para trabajar interpretativamente y el guión muy sólido también, muy claro de lo que había que invocar en cada momento. El amor incondicional que tiene por su sobrina, que él vive como si fuera su hija, porque su hermano se murió en un accidente de tránsito que tuvieron juntos. El vínculo de Octavio en el personaje con de Soledad Villamil. Son pocos los vínculos que él tiene. Siempre está medio encriptado. Y en silencio, pocas palabras. Pero no es el único encriptado.
—Hay un código también, esos chocolates que van y vienen todo el tiempo, no se dice nada. Hay algo interesante en la película que justamente explora esto, que tiene que ver con el contacto con el entorno, pero también hay algún universo que nosotros lo vemos a través de tu mirada en cada escena.
—Sí, yo creo que eso. Con Sebastián lo que siento es que cuando sabíamos que íbamos a hacer la película, cuando los Mentasti nos llamaron, me parece que éramos conscientes de que teníamos que armar un personaje que contara el paisaje por sí mismo. Que él en sí te traiga a todo un mundo, de que vos lo ves, cómo está vestido, el bigote que tiene, cómo camina, cómo esto, lo otro, como un hombre de 1985, está en el medio de ese paisaje. Entonces es importante que decís, porque fue parte del trabajo, que no sea lo que soy yo, un tipo totalmente urbano, y no quería que se vea como disfrazado de algo, metido en el medio de la Patagonia, sino lograr que el personaje uno lo vea como parte del paisaje. De hecho, por ejemplo, yo no usé ropa térmica en ningún momento de la película.
—Me dijeron que hizo días 15 grados bajo cero…
—Sí, sentí muchísimo frío en algunas jornadas. Preferí que mi cuerpo se adapte al frío y no estar abrigado. Prefiero enfriar el cuerpo y que banque. Y en este caso para mí también fue muy inmersivo. También es un trabajo que yo siento expectativa. Además que yo paraba en un lugar solo, con un matrimonio que, bueno, que trabajaban ahí, pero yo estaba solo. Entonces también de ir al rodaje a este lugar que estaba solo en el medio de la nada entré un poco en un mood. Fueron dos meses de un viaje que para mí hasta ahora en sí es uno de los viajes más hermosos que hice. Es un paisaje que me fascina estar y no podía creer. Sencillamente había algo de mi manera, de mi historia, que me podía creer que estaba trabajando. A la noche llegaba y cuando nevaba mucho no me podían subir hasta arriba de todo, entonces me dejaba la camioneta y tenía todo un camino para subir con nieve hasta la rodilla. Esa caminata, después de un día de trabajo, tener la posibilidad de ir caminando así, viendo las estrellas en la Patagonia, viendo montañas, y llegando hay un hogar prendido y te quedas ahí entrando en calor con el hogar. Me cambiaba y me iba frente al hogar y me quedaba con esa sensación física. Eso, creo que es el personaje físico. Me dispuse a físicamente darle al personaje lo que el personaje necesitaba para narrar. Y me encantó poder prestarle el cuerpo esos dos meses a este personaje.
—Abren la cartelera del cine argentino...
—Creo que en este momento, y en el contexto, se transforma en un privilegio enorme hoy estrenar una película. Al mismo tiempo, el deseo de que nos vaya bien para seguir disfrutando nuestro cine y que puedan ver de la Patagonia un paisaje increíble, personajes muy poderosos. La película está muy bien interpretada. Es una película de mucho suspenso, de mucha tensión, muy inmersiva para el espectador.