Julio Rojas: “El mundo se convirtió en una distopía y todos tienen el derecho a contarla”

El talentoso guionista se afirma como uno de los creadores de contenido más originales de la región, reafirmando el buen momento de la ficción chilena.

El Refugio, serie original de STARZPLAY, tiene a Julio Rojas como su impulsor, confirmando no sólo su talento, sino, principalmente, su creatividad. Diario HOY dialogó en exclusiva con él por este proyecto, protagonizado por Alberto Guerra (Narcos: México), Ana Claudia Talancón (Como Caído del Cielo), la productora ejecutiva, Ángela Poblete (Señorita 89) y Alfredo Castro (El Club), entre otros, dirigido por Pablo Fendrik y que habla sobre una familia que vive las horas más extrañas de su vida cuando comienzan a aparecer fenómenos inusuales, causados por una fuerza de la naturaleza completamente desconocida.

–¿Seguís combinando la profesión de odontólogo y guionista?

–No, lo dejé hace tiempo, pero hay veces que voy a ver a mis amigos que continúan en la actividad y veo, porque me gusta y se ríen con mis historias, sí trato de ocupar cosas del mundo de la biología en mis guiones, siempre.

–¿Cómo diste el paso del cambio?

–Por el caos y el azar, en un momento tenía un hobby que era escribir pero no sabía que me iba a dedicar a esto, y un día tuve un esguince de pie, porque tal vez muchos no saben pero los dentistas tenemos que presionar con el pie para poder hacer funcionar el torno, y no podía hacerlo, y estuve seis meses sin hacerlo, no podía, o mejor dicho cuatro meses parado y dos de rehabilitación, y aproveché para profundizar en el hobby y además tomarme un año sabático, porque uno de joven hace locuras, y me junté con gente del mundo del cine, y luego extendí un poco más ese año sabático, y otra vez más, y luego nunca más volví. El caos, el caos latinoamericano.

–¿Cómo fue el paso a paso de tu tránsito desde crear guiones, tener un cargo ejecutivo en la televisión nacional y llegar hoy a escribir los libros de series y podcasts que trascienden las fronteras?

–Es una búsqueda, creo que todos estamos en la búsqueda de hacer lo que te permita vivir y que no sea una locura, y en la región era imposible hacer ciencia ficción, y a mí no me volaba la cabeza hacer dramas. Sabía que no iba a poder hacer nunca ciencia ficción por el lugar donde vivimos. Como muchos, crecimos consumiendo series icónicas del género, admiraba a quienes las escribían, y cuando escribí una novela decidí hacer Jack el Destripador en Latinoamerica, y luego decidí hacer una serie de ciencia ficción como fue Caso 63, y la hice sin ninguna expectativa que le pudiera ir bien. La pensé como un homenaje a algo cercano tuyo como Hombre Mirando al Sudeste, 12 Monos, La Jetée, toda la narrativa más una experiencia personal que yo tuve con un paciente que llegó a un servicio de urgencias, y lo hice y salió bien, y comprendí que las nuevas generaciones de espectadores latinoamericanos ya no tienen el prejuicio de dónde viene la ciencia ficción, que puede venir de China, Estados Unidos, Noruega, da lo mismo, el mundo se convirtió en una distopía y todos tienen el derecho a contar esta distopía y esta alteración completa mundial post pandemia.

–Y que no tiene que ver con la globalización, porque la verdadera revolución audiovisual se está viviendo ahora con el cambio de paradigma del consumo del producto audiovisual…

–Exactamente, y también, por una especie de sensación que con la pandemia llegó la ciencia ficción a nuestras casas, no por una película, en nuestras casas había un confinamiento, empezamos a utilizar términos de películas de ciencia ficción, mutaciones, variantes, arn, no le podemos pedir a nadie que no sea inmune al tema porque lo vivimos día a día y yo creo que eso fue vital.

–¿Cómo se resignificó el proyecto con la pandemia?

–Comprendimos que había claves del proyecto original que ahora se amplificaban y eran justas para la pandemia, estábamos confinados, la información llegaba por las pantallas y había que determinar qué era verdad y qué mentira, porque al principio todos eran expertos y otros decían que no existía, o que era el fin de la humanidad, y nuestras narrativas no venían de una experiencia directa, sino de las pantallas, que es el centro de El refugio, una familia confinada que debe tomar decisiones y más en un momento en donde a un niño, por ejemplo, en el pasado, quedaba en su cuarto encerrado y se lo podía aislar del mundo, pero hoy en día está conectado por varios medios, es muy difícil cortar las líneas de comunicación, y de eso habla El Refugio.

–¿Cómo es para un guionista delegar todo en otro? ¿Simplemente soltás?

–Uno ha aprendido a soltarlo, y que la combinación de núcleos creativos hace el guion terminado, hablé con Pablo y él no es un creyente, no es Mulder de Expedientes X, es racional, y esa combinación hizo que El refugio no fuera ideológicamente tendenciosa para el fenómeno, uno ve a Pablo preguntándose cosas sobre el fenómeno y me encantó la combinación, de nuestra locura como frikis y la racionalidad de Pablo.

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