Las novelas argentinas

En un repaso histórico por los ciclos, personajes y figuras que marcaron un momento de la TV nacional, diario Hoy recuerda las entregas audiovisuales que dejaron huella en el imaginario colectivo.

Con una usina de artistas elegidos por los realizadores del universo entero, la Argentina cuenta con productoras que han apostado fuerte en materia de novelas románticas. Las entregas han sentado un precedente en nuestra historia audiovisual, y han sido exportadas a todo el globo terráqueo.

De esta manera, las historias audiovisuales no solo atraparon a los televidentes sino que también los marcaron por la identidad, la música, los personajes, sus historias y los nombres que luego fueron elegidos por las mamás que daban a luz en esa época. Es por ello que repasaremos las mejores novelas románticas del país.

En los años 70, el escritor Alberto Migré ponía manos a la obra para dar vida a una historia titulada Rolando Rivas, taxista, en la que un chofer conocía a una joven rica dando inicio a una tórrida historia de amor que seguiría por caminos separados. La primera parte fue protagonizada por Soledad Silveira y Claudio García Satur. Tras la salida de la actriz, el relato continuó junto a Nora Cárpena, que se ponía en la piel de una mujer que enamoraría al muchacho. La novela fue muy popular porque instalaron una moda en relación a los looks y los peinados. A la hora de la emisión el país entero solo disfrutaba de los sucesos que se iban dando capítulo a capítulo.

Con una pluma consagrada, Migré seguía triunfando con las aventuras románticas que creaba y quedaban impresas en sus hojas. Por ese entonces, los libretos se iban entregando día tras día, por lo que no tenía descanso para poder cumplir con todos los requisitos de las emisiones y las grabaciones. Así llegó Piel naranja, protagonizada por Marilina Ross, el actor dramático Raúl Rossi y un galán que llegaba al país, Arnaldo André, que ejercía como locutor en su Paraguay natal. Los sucesos dentro de la ficción daban cuenta de un matrimonio en ruinas que se ve afectado cuando la esposa quiere liberarse y emprender un vínculo con un joven que recién conoce. Estas vivencias del drama crearon un hito que duraba dos horas y mantenía en vilo al público semana tras semana.

Para mediados de los años 80, Luisa Kuliok aceptó encarnar un rol importante junto a André en un drama llamado Amo y señor que visibilizó a los artistas en una ­relación especial con juegos eróticos y escenas donde había cachetazos más performances físicas que abrían la mente de una sociedad más ­conservadora.

Ya casi por entrar en los 90, Luisa aceptó otro protagónico para La extraña dama, que contaría con una cortina musical interpretada por la cantante internacional Valeria Lynch. Para ese entonces surgía el nombre de la hija de un personje que se llamaba Fiamma, y ese año las niñas que nacían llevaban esa ­identidad.

En 1994, Araceli González, que trabaja como una modelo de alta costura con una carrera profesional en la Argentina y en el exterior, protagonizó la novela titulada La banda del Golden Rocket, donde ganó fama y popularidad por su desempeño. Luego fue elegida para estar en Nano junto a Gustavo Bermúdez. Allí interpretaba a una joven sordomuda que presenció la muerte de sus padres. En esta producción se incluyó el lenguaje de señas en la pantalla chica, lo que significó una apertura y una conquista para una sociedad que comenzaba a visibilizar las necesidades que hoy se sostienen con la inclusión de más derechos.

En el 2003 llegaba Resistiré, con Celeste Cid y Pablo Echarri. Los personajes se enamoraban en un relato que mantenía tecnología en sus imágenes, y revelaba vampirismo y tráfico de órganos con un tirano interpretado por Fabián Vena.

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