Nélida Lobato, una diva con impronta nacional

En un repaso histórico por los ciclos, personajes y figuras que marcaron un momento de la TV argentina, diario Hoy recuerda la vida de la musa de la revista porteña.

Nacida en Saavedra, barrio de Buenos Aires, Nélida Lobato se crio en el seno de una familia de clase alta que quedó en la ruina luego que su padre fuera estafado por un socio. Así, la joven comenzó a trabajar mientras terminaba sus estudios secundarios y luego se formó como técnica radióloga.

Con esfuerzo y perseverancia, logró recorrer disciplinas artísticas de canto y baile pero sin ahondar en ninguna. Es más, a sus 15 años se casó con su novio, el coreógrafo Eber Lobato. Ambos la pasaron muy mal por las crisis económicas que afrontaron pero también supieron ver su futuro rico luego de triunfar en el exterior.

Con sus primeros pasos como modelo, ella triunfaba por su gracia y lindas facciones mientras que su esposo estaba como bailarín en varios elencos estables. Con el transcurso de los años llegó el único hijo de la pareja: Adrián.

Poco a poco fueron por más y decidieron probar suerte en Chile para luego quedarse muchos años. Tiempo después, llegó la chance de ir a Estados Unidos donde la pasaron mal por una serie de eventos poco fortuitos pero lograron hacer una carrera profesional.

A mediados de los años 60, conquistaron el corazón del Viejo Continente y decidieron volver a este suelo donde fueron las figuras del teatro porteño entre los 70 e inicios de los 80.

Con esfuerzo y perseverancia, logró que su vida privada fuera exactamente eso, no caía en groserías y se guió por los patrones de un estricto perfil bajo.

En relación al cine y a la televisión, hasta el momento tuvo seis producciones para luego dejar todo para volver a volcarse al teatro.

Luego de trabajar sin descanso, de vivir una separación en buenos términos, conoció al reconocido actor Victor Laplace y se enamoraron al instante. Salieron casi diez años con pasión y tormenta pero siempre juntos.

Pero como no todo lo que brilla es oro, la mujer comenzó a sentirse mal luego de unas funciones para empezar un tratamiento médico y una serie de estudios que la llevaron a saber que estaba enferma. Perdía mucho peso pero volvió a los escenarios con trabajos más suaves.

Con un tratamiento bajo el brazo, la mujer tomó las riendas de las funciones, siguió un poco más hasta que ya no pudo y abandonó este mundo cuando corría la guerra de Malvinas. Allí estaba acompañada por su pareja y sus familiares. Así despedía este mundo para irse de gira eterna.

Con una impronta fuerte y certera, un perfil bajo y una trayectoria hecha en todo el mundo, Nélida dejó un espacio vacío en el mundo de las plumas porque no tuvo sucesora alguna para poder brillar en el teatro porteño donde supo hacer mella.

Es reconocida por sus momentos de brillo y gloria a la hora de actuar con los grandes capocómicos tal como lo hizo en todos los lenguajes pero también por sus pasos de danzas en las coreografías hechas por su equipo en los grandes elencos.

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