CULTURA

Publicar en tiempos de pandemia

Eugenia Camejo es escritora, licenciada en Comunicación Social, locutora y fundó recientemente P’alante, una editorial transfeminista.

en el marco de una entrevista con diario Hoy, Eugenia Camejo, escritora, comunicadora social y creadora de una editorial transfeminista, profundizó sobre su trabajo y las problemáticas.

―¿Cómo surgió la idea de crear una editorial transfeminista?

―Yo creo que P'alante es multicausal. Por un lado, por mi profesión, ya que soy profesora de redacción hace años, estudié Letras y soy periodista. También por mi experiencia al querer publicar mi primer libro, Punto de Fuga, ya que me encontré con un mercado editorial excluyente para quienes no pueden afrontar los costos de impresión, registro y otras cuestiones.

Ahí me surgió la pregunta sobre qué pasaba con las voces que se silencian por razones económicas. ¿Si no podés pagar no podés contar? Es como si pagaras por las ondas sonoras o el aire por el cual se transmite tu voz.

Obviamente, si pienso en los sectores más vulnerados pienso en las mujeres y disidencias de género. Por otro lado, hay aspectos urgentes que deben ser atendidos. He perdido amistades travestis, ya que en torno a los treinta años mueren. Y como docente he tenido alumnas expulsadas de sus hogares heterosexuales; es una problemática muy dolorosa.

―¿Mayores exponentes del género?

―Hay muches referentes. De travestis trans, Marlene Wayar, que es psicóloga social y, como ella dice, es una trava privilegiada que pasó el promedio de vida, incluso habiendo vivido la horrorosa parte de la prostitución y la calle.

Ella teoriza sobre el genocidio travesti. No tenemos un solo Hitler con bigotito, sino que son tantos los Hitlers que expulsan, maltratan, violan y asesinan a las travas que la reproducción de esa violencia es mayor. Hay que deconstruir cómo se aprendieron esas violencias, para tener una sociedad más democrática y respetuosa.

Creo que sus experiencias, sus sueños y todo lo que pase por ellas debe ser contado; se nos están yendo como arena seca entre los dedos.

―¿Podrías nombrar más referentes?

―También Susy Shock, que es una artista trava también privilegiada, en términos de que su familia heteronormal la contuvo. Ella iconizó en un poema la frase “reivindico mi derecho a ser un monstruo, y que otros sean lo normal”.

Lohana Berkins, una trava fallecida que nos interpeló desde lo afectivo, expresó: “El amor que nos negaron es nuestro impulso para cambiar el mundo. Todos los golpes y el desprecio que sufrí no se comparan con el amor infinito que me rodea en estos momentos”.

Diana Amancay Sacayán, una de las primeras activistas travas, asesinada en 2015, nombre que llevó el proyecto por el cupo travesti trans en el Estado y con un lamentable revés judicial que no reconoce la figura de “travesticidio” y reduce todo a los casos aislados.

―También querés apuntalar la literatura feminista.

―Mujeres feministas que escriben literatura hay varias. Sin embargo, hay que reconocer que no todas las que nacimos con vagina somos feministas. Hay muchas que lamentablemente siguen ubicándose en el lugar de objeto de deseo del macho, muchas que nos ven con prendas lilas y el pañuelo verde y nos insultan. Escriben, pero estamos en veredas muy distintas.

Las que nos abrieron camino a nosotras, a las feministas, en otras épocas tenían que escribir con pseudónimo masculino para ser publicadas. Eso ya lo hemos pasado.

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