“Rovira es un eslabón perdido del tango”

Así lo plantea Ariel Eberstein, líder y uno de los fundadores de Sónico, quinteto dedicado a recuperar la obra de Eduardo Rovira. Llegan a La Plata para presentar su último trabajo, The edge of tango, donde reúnen las dos revoluciones tangueras del siglo XX: Eduardo Rovira y Ástor Piazzolla.

Hay nombres que funcionan como contraseña: una vez dichos abren un portal, otra dimensión. El de Eduardo Rovira en el tango es uno de ellos. El compositor y bandoneonista nació en Lanús en 1925 y murió en La Plata en 1980 y es considerado un revolucionario del género junto con otro genio contemporáneo: Astor Piazzolla. Con la ciudad generó un intenso vínculo duramente sus últimos años: integró el Octeto La Plata, fue arreglador de la Banda de la Policía Bonaerense, dirigió el Teatro Argentino en 1973. De allí se entiende, por ejemplo, que le haya dedicado la composición Taplala.

El crítico Sergio Pujol escribió: “Siempre hay alguien escuchando a Rovira”. Y algo de razón ha de tener porque el quinteto Sónico, formado en 2015, está dedicado casi íntegramente a la investigación y recuperación de su obra. Una relectura, una puesta en valor, una tarea de divulgación. Formado por Stephen Meyer (violín), Lysandre Donoso (bandoneón), Alejandro Schwarz (guitarra eléctrica), Ariel Eberstein (contrabajo) e Ivo de Greef (piano), tienen tres discos de obligada escucha: Eduardo Rovira: la otra vanguardia (2018), Inédito e inconcluso (2020) y Piazzolla/Rovira - The edge of tango (2021).

Este jueves se presentan en el Teatro Argentino con un show que tiene como base la única vez que ambos genios musicales coincidieron en un mismo escenario: el 8 de marzo de 1966 en Gotán. En diálogo con diario Hoy, Eberstein cuenta sobre el proyecto.

—¿Por qué un quinteto dedicado casi exclusivamente a la obra de Rovira?

—Algunos de los integrantes de Sónico nos conocimos en 2015 en un Festival de Tango de Bruselas. Surgió el nombre de Rovira y eran más las dudas que las certezas sobre esta figura tan desconocida como fascinante. Teníamos la necesidad de iniciar nuevos proyectos alrededor del tango y surgió: ¿armamos el grupo número 15347 alrededor de la figura de Piazzolla o el primero que interpreta integralmente la música de Eduardo Rovira?

—Se insiste en que Rovira quedó eclipsado por Piazzolla, pero ustedes aunaron ambas mentes geniales en un mismo disco. Como si, finalmente, desde ambos lados, ese círculo se cerrara. ¿Cómo pensaron la obra The edge of tango?

—En ese disco decidimos, por primera vez, grabar a Piazzolla junto a Rovira a través de la reconstrucción de sus dos primeras formaciones de tango vanguardia: el Octeto Buenos Aires (Piazzolla) y el Octeto La Plata (Rovira). Más que cerrar el círculo, el disco le da la posibilidad al público de repensar cómo fue la génesis de este movimiento llamado tango vanguardia.

—Atado a lo anterior, ¿cómo surge esta nueva propuesta a partir de la reseña de Julio Lagos sobre la única vez que ambos coincidieron?

—La relación entre ellos tuvo sus altibajos. Sin embargo, nosotros preferimos concentrarnos más en los encuentros que en las confrontaciones. Tuvieron caracteres muy diferentes, pero ambos fueron inclaudicables en su búsqueda por un tango de calidad que pueda llevar a este género a un futuro. La noche del encuentro es solo una excusa para poder darle al público la posibilidad de entender a estas dos figuras como complementarias y no antagónicas.

—¿Qué significa Rovira en la historia del tango?

—Su figura es fundamental para los músicos de tango que se preguntan hasta dónde puede llegar este género. Sus experimentaciones con música contemporánea y electrónica fueron inéditas en su época. Me gusta pensar a Rovira como el eslabón perdido, que hoy vuelve a ser retomado a través de las nuevas generaciones.

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