Se cumplen 25 años de Un argentino en Nueva York

La película protagonizada por Natalia Oreiro y Guillermo Francella tuvo un tremendo éxito de taquilla.

Hay películas que van a quedar en la retina emocional de varios y varias por más de una generación. Por el caso podría ser el filme titulado Un argentino en Nueva York, que hacia el filo del siglo XX marcó un hito en la producción cinematográfica local.

La película es una clásica comedia argentina que encontró en sus dos protagonistas, Guillermo Francella y Natalia Oreiro, quien hizo su debut en la pantalla grande justamente en este largometraje, una dupla letal.

La mencionada cinta cuenta la historia de Franco De Ricci (Guillermo Francella) y su hija Verónica (Natalia Oreiro). En el relato se aprecia a Franco, que es músico, está separado hace varios años, es sentimental y bonachón. Por su parte, Verónica es la típica rebelde adolescente, atractiva e inteligente, que siempre obtiene lo que quiere.

En un momento dado de la historia, ella viaja a Manhattan por un intercambio estudiantil pero en vez de regresar a los tres meses decide quedarse a vivir allí. Por lo que Franco resuelve ir a buscarla para convencerla que vuelva a Argentina y es allí donde comienza el periplo y las andanzas de padre e hija. Obvio que en el medio de todo Verónica se enamoró de un joven estadounidense llamado George (Steve Wilson), que pondrá celoso a su padre. Francella, entre tanto, le da vida con su particular y personalísimo estilo a Franco, que tendrá sus propias aventuras en una ciudad tan grande, enorme y vertiginosa como Nueva York, que le resulta tan distinta a su ciudad natal.

Entre tanto, el filme desparrama risas pero también algunas ­lágrimas, dado que en un momento el padre se da cuenta y debe afrontar que su hija no es más una ­adolescente y se convirtió en una joven mujer.

Según los planes de producción, la filmación iba a realizarse durante dos semanas en Nueva York y cinco semanas en Buenos Aires. Pero al final hubo cinco semanas de filmación en Nueva York y dos semanas en la capital Buenos Aires, por lo que el presupuesto aumentó a tres millones de dólares, lo que lo convirtió en el mayor presupuesto para películas nacionales hasta ese momento.

Por otro lado, Un argentino en Nueva York fue dirigida por Juan José Jusid y contó con el guion de Cristina Civale y Graciela Maglie. Asimismo, el reparto incluyó a Diana Lamas, Jessica Schultz, Boris Rubaja, Gabriel Goity y María Valenzuela, entre otros.

El rodaje comenzó hacia febrero de aquel año y el periodista Nicolás Teté contó que durante las primeras semanas de filmación el equipo tuvo algunos contratiempos. Por ejemplo: “La primera escena fue con Guillermo Francella sentado en el banco del parque con lágrimas en los ojos. Natalia Oreiro se le acerca y se abrazan en un encuentro sorpresa. La escena tuvo que ser filmada varias veces. Cuando se ­filmaron escenas en Times Square, el equipo de filmación tuvo un pequeño problema con la Policía local”. Oreiro dijo sobre eso: ­“Estábamos filmando y diez policías nos detuvieron. Les mostramos permiso autorizado para filmar aquí y nos dejaron trabajar sin más problemas”.

Este fue el décimo largometraje del director Juan José Jusid, y gracias al éxito de esta película, Susana Giménez lo eligió para hacer Esa maldita costilla, también en cines. A la distancia, además, puede entenderse que la película a su modo significó el inicio de la deslumbrante carrera musical de Natalia Oreiro. Porque al poco tiempo de estrenarse la película -en mayo de 1998- ella lanzó su primer disco en solitario. Aquel álbum homónimo, de claro estilo latino y pop, incluyó como bonus track la canción Que sí que sí. Ella llegó a decir en alguna entrevista de aquel momento: “¡Después de que los gerentes de BMG escucharon mi canción Que sí, que sí, me contactaron con respecto a mi propio disco en solitario y acepté!”.

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