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A casi 50 años del lanzamiento de la sonda Pioneer 10

Fue la punta de lanza de proyectos como Voyager o Hubble. Secretos de un hito tecnológico de los 70. Qué dice y dónde está el primer mensaje para extraterrestres.

La exploración del universo está marcada por grandes hitos anteriores a la Pioneer 10, desde el primer vuelo al espacio –por el soviético Yuri Gagarin, en 1961– a la llegada del hombre a la Luna, en 1969, por la misión Apolo 11. Sin embargo, esta sonda abrió una nueva etapa de investigaciones y fue la punta de lanza para expediciones acaso más conocidas hoy en día, como las de Voyager 1 y 2 (lanzadas en 1977) o el telescopio espacial Hubble (1990).

A casi 50 años de su histórico lanzamiento en Cabo Cañaveral (el 2 de marzo de 1972), la Pioneer 10 rompió con el “localismo” de la exploración espacial hasta entonces: es que, en el contexto del Sistema Solar, la Luna es como nuestro patio trasero, y Marte, apenas el vecino de al lado. La indagación efectiva sobre nuestro Sistema Solar (y de allí a la Vía Láctea y el resto del universo) comenzó con la partida de esta pequeña nave de 258 kilos, la primera en sobrevolar Júpiter y el resto de los planetas exteriores hasta perderse en el cosmos a perpetuidad.

El gran desafío no era tanto qué decir sino cómo hacerlo de manera inteligente para que seres que no fueran humanos puedan entendernos y saber que existíamos. Los creadores de la misión eran conscientes de que este era el primer objeto artificial que se adentraría en las profundidades del universo, y por eso se decidió equipar a la sonda con el primer mensaje dirigido a la vida extraterrestre inteligente: una placa de aluminio de 15 por 23 centímetros, con la representación de un hombre y una mujer, la posición de la Tierra en el Sistema Solar y el de este en la galaxia. La propuesta estuvo a cargo de Carl Sagan, por entonces asesor de la NASA, mucho antes de su éxito televisivo con la serie Cosmos. La placa sería la antecesora del disco de oro de las Voyager, un mensaje más completo, con imágenes y sonidos (incluido el himno del rock Johnny B. Goode, de Chuck Berry). En su momento, la Pioneer 10 fue el objeto más veloz creado por el ser humano, alcanzando los 132.000 km/h.

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