cultura
Antonio Balcedo, el ejemplo de una conducta
Defendió como sindicalista los derechos de los trabajadores y fundó un diario para que las ideas nacionales y populares tuvieran una voz propia.
En épocas en que parece no haber debate de ideas, reduciéndose las polémicas a insultos, gestualidades exasperadas y empobrecedora dialéctica de chicanas, la figura de los que fueron capaces de defender sus ideas, con la pluma y con el cuerpo, se agigantan. Ese es el caso de Antonio Balcedo.
Jamás se travistió políticamente -a diferencia de tantos otros que van mudando de pelaje partidario conforme el gobierno de turno-, fue un peronista visceral, y asumió esa identidad sabiendo la historia de persecución y proscripciones padecida por ese movimiento. Juan Domingo Perón manifestó en más de una ocasión su gratitud y respeto por ese hombre leal y de bajo perfil, al que recibió en la intimidad de Puerta de Hierro, en los años 60. Pero su manera de entender el peronismo nunca fue sectaria, como lo demostró cuando el 10 de diciembre de 1993 fundó el diario Hoy, el que hasta la fecha mantiene esa tradición de dar lugar a distintas voces para componer el más completo cuadro de la realidad que permita al lector orientarse con criterio propio.
Antonio Balcedo nació el 17 de julio de 1936, en Melchor Romero, hijo de un enfermero -Antonio Felipe- y una empleada de frigorífico -María Esther-. Se formó en el Colegio Nacional de la Universidad de La Plata, estudiando en el turno de noche, ya que de día trabajaba como taxidermista en el Museo de Ciencias Naturales. Esa temprana inserción en el mundo del trabajo le hizo comprender la necesidad de los trabajadores de fortalecerse sindicalmente. Se puso al frente del Sindicato de Obreros y Empleados de la Minoridad y la Educación (Soeme), y defendió los derechos de los trabajadores en tiempos en que se arrojaba al tacho de basura las conquistas obreras, castigando el trabajo y recompensando la especulación.
En 1962 formó parte de la lista de diputados provinciales por la Unión Popular, resultando electo con sólo 26 años, lo que lo convirtió el diputado provincial más joven de la historia argentina hasta ese entonces. Fueron elecciones convocadas por el gobierno de Arturo Frondizi, el peronismo aún estaba proscripto e impedido de participar en los comicios, pero se levantó parcialmente la prohibición electoral para que se presentaran agrupaciones que defendieran el ideario peronista para cargos legislativos. Una vez que se conocieron los resultados electorales, las Fuerzas Armadas reaccionaron con pánico ante la victoria peronista en gran parte del país -principalmente la de Framini en Buenos Aires, por la Unión Popular-, y se realizó un planteo de golpe de estado. Framini no pudo asumir no pudo asumir su cargo, porque la provincia fue intervenida, situación caótica que desembocó, nueve días después, en un nuevo golpe de estado.
En 1955 Antonio Balcedo se casó con Myriam Renée Chávez y tuvo dos hijos –Marcelo Antonio y Myriam-, y nietos con los que jugaba con la alegría de saber que seguía vivo el niño que alguna vez había sido. Estaba convencido que para cambiar la realidad es imprescindible librar una batalla de ideas, desenmascarar a los farsantes, denunciar las tropelías del Poder, escuchar las voces de los más castigados de nuestra tierra. Sabía que la sinceridad de las ideas se miden por el valor de llevarlas a la práctica; por eso, cuando lanzó a las calles platenses un nuevo diario, tuvo la originalidad y el atrevimiento de crear un sistema de distribución propio, alternativo al monopolio distributivo del diario que pisoteó la libertad de prensa en La Plata al querer imponerse como único diario de la región.
Por su coraje de soñar y de luchar por concretar sus sueños, a Antonio Balcedo podría aplicársele aquello que alguna vez escribió Haroldo Conti: “Aquí y allá, en éste y en otros tiempos, había, hubo siempre algún solitario ejemplar de esa reducida pero inextinguible raza de soñadores que son la sal del mundo”.