cultura

Camino de hormigas

Las hormigas marabunta pueden formar columnas de hasta 20 metros de ancho.

Las hormigas son verdaderas maestras en arte y ardides de guerra. No solo combaten entre sí, formando legiones, sino que hacen prisioneras, las obligan a trabajar y hasta sepultan a los muertos en el combate. Un parecido más completo a las prácticas que siguió el hombre en los mismos casos sería imposible. Solo necesitan tres horas de sueño: cada una suele apartarse del enjambre, estira sus patas, abre la mandíbula como si bostezase y finalmente se esconde en su alcobita de yermas de abeto. Son las llamadas hormigas marabunta, las cuales sorprenden por su organización, comportamiento y manera de atacar a sus presas.

Entre las hormigas se perciben extrañas conversaciones, que parecen ser sostenidas con la ayuda de las antenas. El lenguaje entre ellas se efectiviza gracias a su extraordinario sentido del olfato de contacto. Grandes coloquios por medio de antenas se registran entre diferentes de una colonia de hormigas del Amazonas, mientras se prepara un raid contra un nido de pequeñas hormigas. Las amazonas guerreras, provistas de grandes mandíbulas, necesitan, para nutrirse, de otras hormigas más débiles. Periódicamente salen exploradores a la búsqueda de estos nidos. Al regresar, saben indicar con tal precisión el emplazamiento de su hallazgo que largas columnas de amazonas —mandíbulas preparadas para la batalla— se dirigen en una trayectoria absolutamente rectilínea hacia el lugar de la matanza, aunque estuviera alejado cientos de metros.

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