Con más de 60 años y en un avión monomotor dieron la vuelta mundo: “La felicidad verdadera es llegar a una meta”

Los ingenieros Claudio Robetto y Betina Raimondi despegaron del Aeroclub de Batán y dieron la vuelta al mundo en un Mooney M20J, modelo 1978. Diario Hoy dialogó con uno de los protagonistas, quien bridó detalles de la travesía que duró 127 días.

Claudio Robetto y Betina Raimondi viven en Mar del Plata y alcanzaron uno de los sueños más lindos y a la vez más difíciles. Tras 127 días, 60.000 kilómetros y aproximadamente 270 horas, lograron dar la vuelta al mundo en una avioneta monomotor.

Recorrieron 17 países en 4 meses. Con preparación, estudio y entusiasmo, lograron atravesar las diversas dificultades y llegar a una meta que, a priori, parecía imposible.

“Salimos de Balcarce, fuimos a Córdoba y después hicimos tres escalas en Brasil: en Campo Grande, Alta Floresta y Boa Vista. De Boa Vista saltamos a la isla de Martinica cruzando la Guyana inglesa y de Martinica pasamos a la Isla de Barbados para hacer el trámite de obtención de la visa para ingresar a Estados Unidos”, le cuenta a diario Hoy Robetto sobre la ruta que inició junto a su compañera de vida, con quien está casado hace 33 años y tiene una familia que incluye a seis hijas.

Luego, detalla, se dirigieron a Barbados, hicieron escala en Turcas y Caicos, la isla de Providenciales y de ahí a la Florida Fort Lauderdale Estados Unidos. Otros de los destinos de la aventura fueron Groenlandia, Islandia, Escocia, Francia y España.

“Recorrimos un poco Italia, Cerdeña, y tocamos cuatro aeropuertos de Italia y uno de Croacia. Ahí todo fue un poco visita de amigos y gente conocida. Yo quería visitar algunos lugares donde estuvo mi papá en la Segunda Guerra, que fue piloto de caza por Italia. Mi padre era piloto y vino a Argentina a los 27 y fue pionero de la aviación agrícola. Fue instructor de muchos aeroclubes”, expresa el profesional, quien estudió ingeniería en la UNLP.

En cuanto los sentimientos de cumplir el sueño de la travesía, el profesional sostiene: “Sentimos que era una satisfacción. Nosotros nunca tuvimos grandes inconvenientes salvo los burocráticos y el mal tiempo, pero en ningún momento estuvimos en peligro y tuvimos miedo. Si bien es asequible para cualquier persona que sepa volar, pocos lo habían hecho en la historia de la aviación”.

“Muchos dicen que es como hazaña. Yo no lo veo así. Sí como una aventura. Y lo que siento es que la felicidad es eso un poco, la felicidad es efímera, se va, entonces necesitás otra cosa, por eso la felicidad verdadera es llegar a una meta”, remarca.

Para concluir, afirma que tiene muchas ganas de repetir un nuevo viaje junto a compañera de vida. “Queremos volver a España donde nuestra hija acaba de tener nuestro primer nieto. La idea es volver por la misma ruta”, se ilusiona al igual que el deseo de escribir sobre cómo fueron los casi 130 días de aventura.

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