Con una muestra, revivieron la épica de los históricos muñecos de La Plata

Se inauguró en el Centro Cultural Islas Malvinas ante la presencia de decenas de platenses. Además, se presentó un libro que repasa cómo nació este ritual local

Con la presentación del libro Ritual platense y el lanzamiento de una muestra sobre los momos creados en los años 90, se vive la previa de una tradición que nació en 1956 en La Plata: la quema de los muñecos de fin de año.

Con una idea que nació en la esquina de 10 y 40, la creación y posterior quema de los muñecos fue mutando a través del tiempo hasta llegar a lo que es hoy: además de unión barrial, shows espectaculares que destacan a la ciudad entre las de todo el país.

“Dentro de las fiestas del barrio se hacían muñecos con la idea de homenajear a alguien. Así se hizo a Olmedo, al Gaucho Rivero, hicieron un tranvía... Entonces los demás barrios copian la idea de 10 y 40 de hacer muñecos y ahí se tergiversa la idea original y se pierde un poco la idea de homenaje”, dijo Gabriel Darrigran, uno de los autores (junto a Gastón Azcona) del libro.

En ese orden, el autor recordó que en los años 80, cuando se hacían solo 25 muñecos en la ciudad, comenzaron a realizarse muñecos de personajes admirados por los más pequeños, como el ratón Mickey, ícono de Disney, o El Chavo del Ocho.

“En los 90 hay un fenómeno bien extendido y una gran moda de realizar muñecos de fin de año, y empieza a mutar la tradición”, explicó el autor. Por eso, la muestra fotográfica se realizó específicamente sobre esa época, con los muñecos de 17 y 53 y del artista Daniel Marozzi, quien los realizaba en Villa Elvira.

En la presentación, los autores recordaron que uno de los primeros muñecos fue una figura de Alf, que fue el primero con movimiento, ­realizado a través de un sistema

de poleas. Esto fue evolucionando y los momos siguientes tuvieron shows de humos y luces, por ­ejemplo.

Asimismo, se recordó que en la zona de 17 y 53 se los hacía anchos y voluminosos, por lo que llegaban a ocupar toda la avenida y eran multados por ello por la Municipalidad, aunque a los jóvenes no les importaba demasiado y seguían adelante con la tradición.

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