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Cuando Les Luthiers era desconocido

Hacia fines de los 60, el grupo se llamaba I Musicisti y ya se caracterizaba por sus extraños instrumentos musicales y ese humor que marcó un estilo.

Se acompañaban en el escenario con un “Contratacho de Gamba”, un “Tubófono Cromotoparafínico” y un “Yerbófono de Luxe"; con esos instrumentos y un humor refinado del que no abdicarían jamás, tuvieron su primer gran éxito en una sala ubicada en el subsuelo de la Comedia Marplatense. Era el grupo I Musicisti, que pronto pasaría a llamarse Les Luthiers.

La temporada marplatense suscitó un gran interés periodístico, hubo numerosas notas tratando de averiguar quiénes eran estos ornitorrincos de la música y el humor. Comenzaron a popularizarse cuando iban playa por playa haciendo pequeñas presentaciones a manera de publicidad de sus shows nocturnos. Uno de los integrantes de entonces, Guillermo Marín, decía: “Si uno está tomando mate, y en vez de aspirar, sopla, sale un ruidito raro, ¿no es verdad? Bien, es cuestión de escucharlo dos veces. Después no es difícil inventar un instrumento. Es lo que hacemos nosotros; y creo que es mucho más efectivo que un happening, donde tiran pescados muertos por la cabeza”. Marín fue el que ideó el "'Ragamufín Porá" –un aparato electrónico que imita la voz humana–; "Le Raviol" –una cruza de radio antigua y violonchelo–, y el "Conduit d'Anglais" –una flauta hecha con un tubo de luz–.

El 8 de mayo de 1967, estrenaron en el Instituto Di Tella una ópera que eslabonaba distintos temas históricos. Hicieron más de cincuenta funciones. Pero el éxito, en lugar de fortalecerlos, los escindió. Una parte de los integrantes decidió formar un nuevo grupo bajo el nombre de Les Luthiers. El conjunto se profesionalizó. El nuevo director fue Gerardo Masana, quien compuso las primeras obras –como la Cantata Laxatón–, y proveyó al grupo de numerosos instrumentos informales como el dactilófono –una curiosa máquina de escribir musical–, el contrachitarrone da gamba, el bass pipe a vara y el cello legüero. El resto de los integrantes eran Marcos Mundstock, Daniel Rabinovich y Jorge Maronna.

La mayoría de los integrantes se conoció en el Coro de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires. A Masana se le ocurrió que los más amigos del coro se juntaran para hacer una opereta cómica titulada Il figlio del pirata. Se divirtieron tanto que prometieron seguir juntos. Ya entonces, Masana había mostrado condiciones de líder. Era de ascendencia catalana y provenía de una familia muy ligada al teatro. Su abuelo había dirigido a Margarita Xirgu en Mar y cielo. Su madre le enseñó a tocar el piano a los once años. A los quince compuso su primera obra. Luego del éxito de l figlio del pirata, Gerardo Masana compuso una pieza barroca, la Cantata Modatón, que abriría a Les Luthiers la puerta de las discográficas y las primeras giras por Latinoamérica. Masana ya se perfilaba como el motor creativo de Les Luthiers, pero su vida se tronchó temprano, murió de leucemia el 23 de noviembre de 1973. Tenía 36 años.

Sus compañeros nunca lo olvidaron. Los instrumentos musicales por él creados siguen sonando en escena, y su nombre figura en los programas de todos los espectáculos. El extraordinario periodista colombiano, Daniel Samper Pizano –biógrafo del grupo–, escribió: “La afición a Les Luthiers llega a convertirse en algo semejante a una religión. Esa religión tiene un profeta mayor. El profeta se llama Gerardo Masana”.

Su hijo, Sebastián Masana, escribió el libro Gerardo Masana y la fundación de Les Luthiers, en el que coloca la figura de su padre como piedra angular de un grupo cuya historia ha trascendido la vida de la mayoría de sus integrantes, y cuya obra ha alcanzado una originalidad y trascendencia que la vuelve única en su estilo. Hoy, que el grupo se ha visto obligado a reemplazar las principales figuras de su elenco y está próximo a disolverse, vale la pena tener presente los esforzados y poco conocidos inicios de este conjunto que fue una bisagra en la historia del humorismo argentino.

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