CULTURA
El hombre que inventó un estilo de hacer radio
Enrique Alejandro Mancini dedicó toda su vida a hacer radio, medio en el que dejó la impronta de su sobriedad en la expresión y su buen manejo del idioma.
Hacía gala de un perfecto y armonioso lenguaje, a la vez que sus colegas admiraban su cara de “verdad absoluta”. Su padre era radioaficionado y disfrutaba las tardes de domingo escuchando onda corta. Una de las primeras cosas que Enrique Mancini recordaba haber hecho fue acercar una silla a la de su padre para escuchar juntos radio, y seguir el desarrollo de la Guerra Mundial; porque su padre no creía en las agencias informativas ni de un lado ni del otro, ni de adentro ni de afuera... De modo que el sentido de la radio lo adquirió escuchando las ondas cortas, descifrando aquellas palabras que a veces aparecían entre ruidos, como mensajes de auxilio provenientes de planetas amenazados.
Nació en La Rioja el 17 de septiembre de 1931. En la escuela primaria fue compañero de Carlos Saúl Menem. Cuando intentó entrar a una radio por primera vez, aún no existían el Iser ni el Cosar, que son -por excelencia- los institutos que preparan locutores. Sí existía, en cambio, la posibilidad de entrar por recomendación. Y si bien nunca lo acompañó esa fortuna, su vida cambiaría para siempre el día que se organizó un concurso patrocinado por la Radiodifusión Argentina al Exterior. Enrique ganó entre veinticuatro candidatos que se presentaron para cubrir tres vacantes. Quedó tercero. Recién había cumplido 18 años.
Hasta 1953, Mancini compartió la docencia con la locución. Junto a Juan Carlos Pascual fue protagonista de la primera transmisión de la frecuencia modulada (FM) en el 102.3 (luego Aspen Classic). En esa época, se autodefinió como un profundo nacionalista y fustigador del yugo del imperialismo. “El país estaba buscando un préstamo internacional”, decía Mancini, “y la condición era acallar la propaganda antiyanqui que se hacía desde Argentina a través de los distintos medios”. No obstante, al año siguiente, se desempeñó como locutor y redactor del histórico noticiero Sucesos Argentinos.
Enrique Alejandro Mancini fue un hombre que a lo largo de su vida se manejó con ideales y propósitos incuestionables. De allí su empedernida actitud de crítica en procura de ciertas pautas que se suponían obsoletas en su medio de trabajo. Sostenía, ciertamente amargado, que había muy pocas radios en el país que pudiesen llamarse como tales; la mayoría eran difusoras de música o repetidoras de noticieros. Por otro lado, despotricaba contra la ineptitud estatal en materia de infraestructura radiofónica: “Como el estado tiene una terrible modorra en todas las cosas que emprende, posiblemente la radiofonía esté en una siesta prolongada. Yo siempre digo que la potencia de antenas de las emisoras de un país debiera ser un secreto de estado pero que en nuestro país es una vergüenza de estado”.
Cuando su aventura radial se materializó dándole continuidad a su tarea frente al micrófono, Mancini cosechó, además de grandes éxitos, amistades invaluables. De hecho, presenció los comienzos de un jovencísimo Héctor Larrea: “Cuando llegó a la noche de Radio Mitre, hacía un microprograma de tres minutos para una línea de perfume. Pero esos tres minutos los hacía con muchísima dignidad.” Asimismo, también acompañó los inicios de Antonio Carrizo: “Un autodidacta que dejó atrás a Carrozi- su apellido original-, el chico del cual él no reniega, que se inició en trabajos de propaladora o camiones ambulantes. Un hombre que merece mi profundo respeto”.
A comienzos de la década de 1990, estuvo al frente de ATC, por un período de 15 meses, en el que además condujo el informativo de la emisora. Su vanidad llegaba hasta la exacta medida en que le permitía trabajar en lo suyo sin que lo molesten en la calle. Se juró a sí mismo jamás firmar autógrafos en la vía pública. Por eso, cuando un admirador se acercaba a pedirle un autógrafo, él le contestaba: “Mejor andá a pedírselo a Maradona”.