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El luthier de Les Luthiers

Fernando Tortosa es el inventor de esos instrumentos musicales informales característicos de las presentaciones teatrales del mayor grupo humorístico de nuestro país y también utilizados por Los Auténticos Decadentes.

Fernando Tortosa fue elegido por concurso por Les Luthiers para idear instrumentos musicales informales que serían utilizados en sus espectáculos. De alguna manera, pasó a formar parte del grupo, viajando con ellos y participando en el armado escénico de los espectáculos. Su talento le dio el renombre que lo llevó a ser convocado por grupos como Los Auténticos Decadentes, o que creara, para Pepe Soriano, un bandoneón que suena solo. Su página en internet es el inventario de sus andanzas y creaciones.

–¿Cuál fue el primer instrumento que inventaste?

–El bolarmonio, que inventé para el concurso de los 40 años de Les Luthiers. Vi el aviso en el diario. Yo, en aquel momento, me dedicaba a otra cosa, al comercio exterior. Estaba como disfrazado de vendedor y el concurso fue una bisagra en mi vida. Yo había estudiado diseño de imagen y sonido, y música en el Conservatorio, pero era sólo un hobby. A partir del concurso, me planteé si viraba hacia esto que me gustaba tanto. Fue todo un proceso muy lento, porque ya tenía dos hijos y no iba a pegar un volantazo de golpe. Fue un proceso largo que dura hasta el día de hoy.

–¿Cómo nació la vocación de luthier?

–Desde chico siempre me gustó investigar los mecanismos de todo. Principalmente, de los instrumentos musicales. Tengo violines desarmados, un piano en mi casa que cada tanto lo desarmaba. Cómo surgen los sonidos es otra curiosidad que yo tenía: cómo es que un violín puede sonar tan dulce como la voz humana. Básicamente, soy un gran curioso. Mi necesidad es expresar emociones.

–¿Cómo se fue dando la relación con Les Luthiers?

–Me inscribo en el concurso y me pongo a idear un instrumento. El bolarmonio es un instrumento hecho con pelotas de vóley. Me planteé esto: si Les Luthiers se trata de humor y el humor es contraste, voy a tratar de realizar algo que desde el aspecto visual dé algo muy básico, pero desde el aspecto sonoro tenga un sonido muy dulce. Ahí vino toda una serie de ensayos. Yo podría haber hecho el mismo aerófono tomando como objeto, por ejemplo, un pulmotor, pero en el caso de la pelota, sería rarísimo que alguien no tenga un recuerdo feliz con ella.

–¿Qué otros instrumentos hiciste para el grupo?

–Después del bolarmonio, que yo quedé conectado con ellos, hice el campanófono autoflagelador. Trabajé con cedro y bronce, materiales que pudiesen reflejar la idea de un monasterio. El instrumento tiene una serie de campanas tubulares y estos tubos están percutidos por martillos muy grandes. Lo curioso es que el músico va ejecutando las notas –dando los martillazos–, jalando distintas sogas que están adelante de él. Estas sogas tienen un mecanismo de rondana que pasan por debajo del cuerpo del músico. A modo de los sistemas de autoflagelación con un martillazo que cae cerca de la cabeza.

–¿Cuál es el instrumento que más te costó hacer?

–El que más me costó es el que estrenaron recientemente en el teatro Ópera: el órgano a pistones. Mi desafío fue poder hacer el sonido a través de una membrana que se pone en vibración en contacto con el aire y cada nota tiene una membrana con distintos sistemas de afinación milimétricos. Tuve la suerte de que ese instrumento, en su versión melódica, lo estrenaran en el Teatro Colón, en el recital que hizo Les Luthiers con Baremboin y Martha Argerich.

–Además de Les Luthiers, también trabajaste con Los Auténticos Decadentes.

–Ellos me convocaron porque querían ver un tambor de burbujas que yo había hecho. Es un tambor que, al percutirlo, libera burbujas de acuerdo al ritmo que vas haciendo. Es un tubo lleno de agua, muy vistoso, porque va cambiando de colores. En ese momento tenían que hacer el MTV Unplugged y me convocaron por ese instrumento. Terminé haciendo siete instrumentos. A mí me llevó Gastón, el Francés, y me recibieron como una familia.

–¿Qué instrumentos hiciste para ellos?

–La pipa parlante, que es una especie de propaladora de esas que pasaban por los barrios. Un sonido muy Buenos Aires. Después les hice un campanófono porteño, hecho con un farolito, todo rodeado de campanas tubulares que podían percutirse. Después la washboard, un instrumento de Estados Unidos, que consiste en una tabla de lavar que se usa para percutir y se llena de accesorios. Y también les hice un termo de mate imitando al shaker.

–Algunas palabras sobre el bandoneón que hiciste para Pepe Soriano.

–Lo hice con mucho cariño, porque Pepe es muy querible. Nos vimos en Rosario, yo estaba con Les Luthiers. Nos pusimos a charlar en un desayuno, le conté de una idea y me invitó a ir a su casa. Le hice un bandoneón, como los bandoneones reales, con incrustaciones de alpaca, con el fuelle que se abre y se cierra. No tiene cables por el exterior. Pero en realidad no es un bandoneón, sino que es un reproductor de audio. La sensación que te da es la de ponerte un bandoneón sobre la falda y el sonido del tango surge desde el interior.

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