cultura
El monumento natural del Noroeste Argentino
Monumento Natural desde 1996, la taruca simboliza la lucha por preservar especies vulnerables.
La taruca o venado (Hippocamelus antisensis), como se lo conoce localmente, es una de las ocho especies de ciervos nativos de nuestro país y fue declarado Monumento Nacional Natural por el Congreso de la Nación en 1996 (Ley 24.702), lo que significa que está bajo protección máxima para evitar que desaparezca de nuestros ecosistemas.
Se trata de uno de los ciervos más emblemáticos del noroeste argentino y un símbolo de la lucha por la conservación en un país que busca proteger sus especies más vulnerables.
Su hábitat es el de los pastizales y zonas de arbustos de los faldeos escarpados de los cordones montañosos del noroeste argentino. Se pueden avistar muy excepcionalmente en las zonas de alta montaña de la Puna, Andes y Sierras cercanas a la Ruta 40 desde La Rioja hasta Jujuy.
Su eco-región es el de la estepa prepuneña. Por esta razón solo se lo avista en las cumbres montañosas de esta zona Andina, entre los 1.800 y los 3.500 m de altitud.
Es muy parecida al huemul (H. bisulcus) pero se diferencia por ser de menor tamaño, su color es más grisáceo y la máscara facial es más marcada.
La taruca vive en grupos familiares que pueden contar con hasta quince individuos. Son recelosos y huyen ante la menor señal de peligro. Los machos llevan una cornamenta bifurcada, y su rostro tiene una mancha negra con forma de "Y", hecho que permite diferenciar a los machos de las hembras.
Hoy, este monumento natural está protegido en varios Parques Nacionales patagónicos como Lanín, Nahuel Huapi y Los Glaciares.
