Cultura

El otro lado de Mariana Enríquez

Es una de las escritoras argentinas más reconocidas en el mundo, ganadora del Premio Herralde de Novela. Su libro más reciente contiene crónicas con tintes autobiográficos.

Mariana Enríquez es una periodista cuyas historias consiguen la magia de que el lector se sumerja gozosamente en temas que creía que no le interesaban. Esa capacidad de encontrarle atributos misteriosos a la cotidianidad, a esas piedritas sueltas que se desprenden en la construcción de nuestro día a día, es lo que marca la capacidad de esta cronista para enfrentarnos con cualquier excusa a nuestras más profundas obsesiones, miedos e in­certidumbres. Su manera de ejercer es un permanente intento de descentrar el foco de lectura que tenemos incorporado.

Anécdotas, nombres, imágenes

El otro lado. Retratos, fetichismos, confesiones, su libro más reciente, está atravesado por una intencionalidad autobiográfica, cada nota da cuenta de un fragmento de su identidad, como pedacitos de algo muy íntimo que pone en manos del lector para que, reuniéndolos, construya su retrato más descarnado. Escribir el libro, seguramente, fue una manera de hallarse a sí misma como escritora tras décadas fecundas, mientras se atrevía a esa aventura única e irrepetible que nos obstinamos en seguir llamando vida.

Textos que arrastran en su caudal anécdotas, de encuentros efímeros y definitivos, recuerdos emergidos de las profundidades del corazón, imágenes cautivas entre los párpados y nombres emblemáticos y disímiles dichos como quien recita un oscuro sortilegio: Bruce Springsteen, Asia Argento, Nick Cave, Emily Bronte, River Phoenix, Kurt Cobain y los Stones, entre otros. En la sección “Dioses oscuros”, Enríquez nos muestra su biblioteca íntima, sus sombras tutelares: Bram Stoker, Mary Shelley, Howard Phillips Lovecraft y Edgar Allan Poe, su devoción por Alejandra Pizarnik, el trágico final de Sylvia Plath y Anne Rice, todos los que tallaron la materia sombría de su alma, ese subsuelo del que nace la calidad alucinada de su prosa.

Con una edición a cargo de Leila Guerriero, quien se zambulló en un océano de escritos y llegó a la orilla con una brazada de 700 páginas, el libro desgrana las pasiones de alguien que escribe, las obsesiones que giran majestuosamente sobre su eje, que se constelan en palabras, que entran al alambique oscuro de su imaginación para volverse literatura: la maternidad, las drogas, los terrores góticos, la compulsión cinematográfica y los extravíos del amor.

El otro lado empieza con una confesión iniciática sobre Bajar es lo peor: “No escribí mi primera novela porque quería ser escritora, ni porque quería publicar, ni porque conocía a escritores y los admiraba y quería ser como ellos. La escribí porque no encontraba nada ni nadie que contara lo que me pasaba y lo que yo misma leía en los libros que me compraba”. Un buen libro es eso: algo que no habíamos encontrado en ningún otro libro y que nos sacude de raíz. En ese sentido, la última obra de Mariana Enríquez logra ese ­cometido.

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