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El que le enseñó a jugar al fútbol a Pelé

Waldemar de Brito llegó a ser un crack en varios equipos brasileños y argentinos.

Edson Arantes do Nascimento no tenía 23 años cumplidos cuando dijo: “La pelota me pesa a veces como un globo de hierro… Hice todo lo que podía. Mi madre, mi padre, mis hermanos y mis abuelos están amparados, no corren el riesgo de volver a la pobreza. Soy yo el debe ser alguien”. Y vaya si llegó a serlo. Nadie puede disputarle ese laurel que lo ceñirá para siempre: ser uno de los mayores jugadores de fútbol de todos los tiempos.

Su padre, Dondinho -Joa Ramos do Nascimento- , había sido un buen jugador. Hasta los cuatro años Pelé vivió en la aldea donde había nacido en el Estado de Minas Gerais. Entonces, Dondinho fue contratado como centrodelantero por el Baurú Atlético Clube, y toda la familia se mudó allí. El que sería rey no iba casi nunca a la escuela: “Prefería quedarme en las peladas (terrenos baldíos) y jugar todo lo que pudiese”. En cuarto grado lo expulsaron por no presentarse a los exámenes finales: “Entonces, mi padre me obligó a emplearme como aprendiz de zapatero. Duré sólo un par de meses, lo suficiente como para reformar a la medida de mis pies unos botines de fútbol”.

Un viejo crack Waldemar de Brito -quien jugó en Botafogo y en San Lorenzo de Almagro, entre otros equipos- le enseñó a Pelé todo lo que conocía de fútbol, desde cómo manejar la pierna izquierda hasta cómo enfrentar las mañas del adversario. Fue Waldemar el que lo arrastró hasta Santos y convenció a los directivos del club para que lo contrataran. A los 16 años Pelé ya era Pelé, convirtiendo para siempre las cuatro letras mágicas de su nombre en una marca registrada de la gloria.

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