cultura

Entrevista a Felipe Pigna

El historiador estará en nuestra ciudad presentando su película sobre una figura fascinante de nuestra historia, con la participación de Leonardo Sbaraglia y Natalia Oreiro.

Manuel Ugarte, el destino de un continente, es el título del largometraje que Felipe Pigna estará presentando en La Plata, desde el martes 5 al jueves 7 de marzo, en tres funciones que serán a las 19, en el Teatro Metro. La película trata sobre de uno de los mayores y más silenciados pensadores de nuestra historia y está dirigida por Martín Pigna.

—¿Por qué se le tiene tanto miedo a Manuel Ugarte?

—Muy buena la pregunta, porque yo creo que la palabra miedo es la que cuadra. Fue censurado muchísimas veces. La última, más notable, durante la dictadura, que se quemaron específicamente sus obras completas que había editado Eudeba bajo la supervisión de Arturo Jauretche. Un incorrecto, un tipo que se sentía incómodo en las estructuras, un libre pensador, con una coherencia absoluta entre lo que decía y lo que hacía.

—¿Cuándo te enteraste de la existencia de Ugarte?

—Lo conocí tangencialmente por los grandes trabajos de Norberto Galasso, que fue uno de los encargados de rescatar la figura de Ugarte. Al hacer la película nos pusimos a estudiarlo y la verdad que es increíble la potencialidad de este personaje. Nos llega la historia por un contacto de la familia descendiente de Ugarte, que querían hacer un homenaje modesto a Ugarte. Cuando empezamos a ver quién era el personaje, les dijimos que daba para mucho más. Había que rescatar a este hombre extraordinario. Ahí empezamos a agrandar la película, animarnos y a llamar a Sbaraglia, Natalia Oreiro, que se sumaron rápidamente. Ahí fue que empezamos esto, ver la posibilidad de viajar y recorrer los lugares donde estuvo Ugarte.

—Un intelectual con proyección continental que hacía giras como conferencista por toda Latino­américa.

—Fue el primero que hizo eso. Imagínate lo difícil que era viajar, en aquel momento había que tomar tren, barco para recorrer toda América Latina como él la recorrió. Le llevó, por supuesto, un par de años, y en cada lugar a donde iba era recibido por las multitudes. Cosa que no pasó inadvertida para el Departamento de Estado, que envió al secretario de Estado de Teddy Roosvelt, Chase Knox, conocido por la “política del garrote”, que se adelantaba a los viajes de Ugarte y alquilaba todos los teatros para que no tuviera dónde dar sus conferencias, por eso Ugarte terminaba hablando en balcones de hotel, en alguna biblioteca, en la plaza pública. Es increíble porque estamos hablando de principios de siglo y él convocaba diez mil personas.

—¿Cómo fue su relación con el peronismo?

— Él miraba con atención los movimientos nacionales en América Latina que se corren un poco de la izquierda tradicional y se entusiasma mucho con el peronismo. Él estaba en Chile y manda una carta muy interesante hablando del surgimiento de “una nueva corriente política”. Se reúne con Perón quien, teniendo en cuenta su gran sapiencia en los temas latinoamericanos, lo nombra embajador en México. Después va a tener algunos conflictos con el servicio diplomático, no tanto con Perón, sino con algunos personajes de cancillería que le van a empezar a complicar la vida. Renuncia al cargo diplomático pero sin distanciarse de Perón, porque, por ejemplo, él viene a votar en las elecciones de noviembre de 1951 y luego vuelve a Francia y se suicida. Fijate qué importante era para él votar por Perón, que viene a realizar casi el último acto público en su vida y luego viene su suicidio que está un poco cargado de misterio.

—La película también aborda una historia de amor.

—La de Manuel Ugarte con Delmira Agostini, una historia que tiene características increíblemente platónicas. Un romance que nunca se concretó, más bien epistolar. Lo loco es que Delmira lo convoca para que sea su testigo de bodas. Todo termina muy mal porque Delmira se separa de su marido,y al poco tiempo su exmarido la mata. Todo esto lo contamos nada más ni nada menos que con la figura de Natalia Oreiro, que le pone cuerpo y palabra a los hermosos poemas y textos de Delmira Agustini.

—¿Cuáles fueron las locaciones de la película?

—Estuvimos en lugares increíbles. En México nos dejaron grabar en el Palacio Nacional, donde están los murales del compañero de Frida, Diego Rivera, y se te caen las medias. Es una pared gigantesca donde está este mural que cuenta la historia de México desde la conquista, la revolución a nivel mundial. Ugarte fue amigo de Diego y nos pareció una hermosa posibilidad mostrar eso. Después estuvimos en La Habana, donde fue embajador; en París, y en Niza, donde terminó suicidándose. También estuvimos en Madrid, donde fuimos a una librería muy bonita, en pleno centro de Madrid, frente al lugar donde murió Cervantes, preguntamos si tenía libros de Manuel Ugarte y nos trajeron tres, uno de ellos firmado por el propio Ugarte.

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