CULTURA

La historia que sirvió de inspiración para Los tres mosqueteros

La novela de aventuras de Alejandro Dumas, cuya popularidad mundial hizo que se adaptara numerosas veces al cine, está basada en hechos reales.

Primero fue publicada en forma de folletín en el diario Le Siècle, y el éxito que de inmediato tuvo llevó a decidir a Alejandro Dumas a reunir las andanzas de esos espadachines bajo el título de Los tres mosqueteros, primera novela de una trilogía que se prolongaría en Veinte años después (1845) y El vizconde de Bragelonne (1848). La historia de D’Artagnan está basada en la biografía de Charles de Batz, un joven gascón de familia noble venida a menos, que formó parte del ejército francés protagonizando numerosas batallas durante el siglo XVII. Dumas, que había aprendido la compleja artesanía del folletín y de la intriga popular, subyugado por el personaje decidió narrarlo desde la ficción, capturando a la creciente masa lectora con relatos novelescos que lo consagrarían como uno de los mayores escritores del siglo XIX.

Hijo de un prestigioso general del ejército francés que dejó a su familia prácticamente en la ruina al morir en 1806, Alejandro Dumas abandonó pronto sus estudios y cayó en momentos de desgano e incluso del más completo descorazonamiento. No obtenía ningún éxito en la sórdida carrera en la que estaba embarcado. Hasta que en 1823 llegó a París y, tras una primera experiencia como pasante de abogado, incursionó por primera vez en la literatura. Entre 1829 y 1836, Dumas frecuentó el relato de viajes y los de vulgarización histórica. Aunque había escrito ya algunas novelas de circunstancias, como Georges y El caballero de Harmental, el género aún le resultaba insuficiente para conseguir lo que ambicionaba cualquier escritor de su talla: la gloria literaria.

Unos años después, con el fin de atender la enorme cantidad de pedidos que se le realizaban, Dumas comenzó a rodearse de ayudantes que escribían bajo sus directrices. Uno de ellos fue especialmente importante: el joven profesor del Liceo Carlomagno Auguste Marquet, quien colaboró con él en sus obras más famosas, entre ellas la trilogía de Los tres mosqueteros. A propósito de esta última, hubo dos grandes fuentes que proporcionaron a Dumas y a su colaborador el argumento central: las Memorias inéditas de Louis-Henri de Loménie, conde de Brienne y secretario de Estado de Luis XIV, que aparecieron a finales de 1828, y las Memorias del señor D’Artagnan, una compilación en tres volúmenes de los diarios y correspondencia de Charles de Batz de Castelmore, conde de D’Artagnan, capitán de la primera compañía de mosqueteros del rey, que vivió entre 1611 y 1673.

Los tres mosqueteros fue escrito a marcha forzada entre 1842 y 1843. Según Tomás Eloy Martínez, Marquet proporcionaba la intriga, el borrador de los diálogos, en tanto que Dumas reescribía e imponía a la escritura su imaginación y su pasión. Sin ir más lejos, en las Memorias del conde de Brienne podía advertirse con facilidad hasta qué punto ya estaba allí toda la idea de la novela: “Buckingham partió colmado de todos los honores que un extranjero podría recibir en una gran corte, decepcionado solo por tener que cruzar el mar sin otra recompensa para su amor que la de haber sido favorablemente escuchado. Una sola distracción cometió la reina: enviarle secretamente con Madame de Chevreuse, la víspera de su viaje, los herretes de diamantes con los que ella se había adornado el día de su primera audiencia. Y ese regalo, que pudo ser solo un testimonio de la generosidad de la reina, se convirtió por circunstancias del azar en una galantería que sedujo a Buckingham”.

En la novela, D’Artagnan parte a París para cumplir su sueño de convertirse en mosquetero. Y allí entabla una amistad con tres de ellos: Athos, Porthos y Aramis. “¡Uno para todos y todos para uno!” será el inolvidable lema de los mosqueteros, aquel que expresa los ideales de amistad, honor y lealtad, y que quedaría grabado a fuego en la memoria de todos sus lectores.

La obra de Dumas continuaría siendo adaptada en innumerables ocasiones, tanto en películas como en dibujos animados. La primera versión cinematográfica data de 1911; en 1921 Douglas Fairbanks hizo de D’Artagnan; una de las más recientes, de 2011, es la adaptación de Paul Anderson. Pero la más celebrada es El hombre de la máscara de hierro, de 1998, con Jeremy Irons, John Malkovich y Gérard Depardieu en los protagónicos.

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