cultura

La mujer pirata

Graine O´ Malley fue una irlandesa que asoló los mares, trataba de igual a igual a la reina de Inglaterra, y se convirtió en una verdadera leyenda.

El mundo pirata emergió desde el inicio del tráfico de mercaderías a través de los mares. Los piratas eran hombres de averías que se embarcaban en la ilícita tarea de capturar tanto hombres -para el comercio de esclavos-, como embarcaciones con mercaderías o repletas de metales preciosos. El universo de la navegación, salvo raras excepciones, era patrimonio de los hombres. Además, las supersticiones decían que las mujeres a bordo eran portadoras de conflictos y mala suerte, un mal augurio o hasta eran capaces de atraer tormentas y naufragios.

Al morir el feroz pirata Owen Dubhara, terror de las costas irlandesas durante mucho tiempo, su hija Graine O´ Malley tenía dieciocho años. Los relatos acerca de la vida de Graine coinciden en que esta niña nacida en el Condado de Mayo –Irlanda-, de origen noble, tuvo una buena educación y hablaba varios idiomas, incluso latín; fue hija única, aunque tenía un medio hermano, Donal, por el lado paterno. Los O’Malley eran propietarios de una serie de castillos en la costa oeste y de una flota mercante, dominaban los territorios de la baronía de Murrisk, y cobraban tributos a todos los que pescaban en “su territorio”.

Con intrépido valor, Graine O´ Malley sofocó la rebelión de las tripulaciones conjuradas y tomó el mando de la flota de su padre. Desde muy niña había sido iniciada en la vida de pirata; prosiguiendo las hazañas de su progenitor en arriesgadas expediciones. Burló la vigilancia inglesa, apresando cuantos barcos se ponían a su alcance e incluso los que estaban más lejos. Las descripciones de sus galeras coinciden en que eran versátiles, de considerable tamaño, de tal fuerza que mantuvieron a Graine y sus hombres a salvo de situaciones tan imprevistas como riesgosas por los mares de Irlanda, Escocia y España.

La pirata contrajo matrimonio con otro de su cuerda, Donal O´Flaherty- cuya familia gobernaba el amplio territorio de Chonnacht-, y juntos sembraron el terror por los mares de Irlanda. Los pacíficos vecinos de aquellas costas, en su desesperación, añadieron una invocación al rezar su letanía: “De Graine y O´Flaherty, liberanos Domine”. A juzgar por su personalidad, es difícil imaginarla en el papel de esposa feliz y obediente, administrando los alimentos del castillo y siendo dócil anfitriona de los aliados y visitantes que pasaban por allí. Como sea, Graine dio a luz a Owen, Murrought y Margaret.

A O´Flaherty lo sucedió Sir Richard Bourke, descendiente de españoles. Se dice que este segundo matrimonio fue decidido por Graine para unir a los suyos los barcos de Bourke. Había otras razones: Bourke poseía el Castillo Rockfleet, también llamado Castillo Carraighowley, estratégicamente ubicado cerca de Newport; así como otras propiedades con puertos en donde un barco pirata se podía esconder. Se convino entre los contrayentes que el matrimonio durase un año, y, si al finalizar este período uno de ellos se hartaba del otro, la unión quedaba disuelta. Llegado el año se consumó el divorcio más original registrado en la historia. Desde entonces, en el frente militar, dirigió a su ejército en los campos de batalla contra generales ingleses que individualmente intentaban frenar su poder

Unos diez años más tarde, empleados estrictamente en la comisión de todo género de fechorías y atropellos, Graine fue recibida por la reina Isabel en Londres, con gran pompa, y a propósito de esta entrevista se cuentan desde entonces muchas anécdotas en Irlanda: la reina quiso otorgar a Graine un título de condesa, pero la inverosímil capitana de piratas declinó tal honor, alegando que se consideraba de igual rango a la mismísima reina. Tan arrogante respuesta no disgustó a Isabel, y le concedió al hijo de Graine el título de “Earl of Mayo”, que la pirata se dignó a aceptar.

Graine acabó su tempestuosa existencia dedicada a cultivar sus campos en Irlanda. Los pescadores irlandeses aun afirman que ciertas noches de tormenta emergen en el mar las galeras de Graine; se deslizan en silencio, sin remos, ni velas, ni tripulación; en la proa de la mayor de las naves se recorta, majestuosa, la figura inmóvil y recta como un gran mástil: el espíritu de Graine O´ Malley.

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