CULTURA

Las plegarias atendidas de Truman Capote

Los capítulos que iba acabando se ­publicaban separados y tuvieron el efecto de una bomba lanzada contra el jet set.

A sangre fría había vendido 300.000 ­ejemplares. Adivinando que el siguiente libro tendría el mismo éxito, en 1966 la editorial le pagó a Truman Capote 250.000 dólares como anticipo. Pero había quedado agotado, ­pensaba que ya no podría escribir nada más. Se dedicó a organizar bailes en su casa, ­viajar, beber casi todo, drogarse sin parar, aceptar entrevistas para escandalizar con sus opiniones.

Era muy bajo, pero se sentía en la cima del mundo. La editorial lo apremiaba. Vencido el término pactado, le pagaron un millón de dólares, con la condición de que entregara el libro a los pocos meses. Capote escribió en desorden varios capítulos, inspirándose en la frase de Santa Teresa, “se derraman más lágrimas por las plegarias atendidas que por las no atendidas”, pero no escuchó las súplicas de sus editores y continuó estirando aquella escritura infinita.

Los capítulos que iba acabando se ­publicaban separados y tuvieron el efecto de una bomba lanzada contra el jet set que tanto había frecuentado. Muchos de sus ­amigos dejaron de hablarle. No le importó. Pensó que había escrito “un libro tan ­perfecto que nadie salvo yo podría haberlo escrito”.

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