Los terremotos de Turquía y Siria desplazaron la corteza terrestre

Un equipo de científicos alemanes analizó imágenes enviadas por satélites y revelaron que la superficie afectada abarca una franja de 250 kilómetros.

Además de la cifra escalofriante de muertos y los miles de edificios destruidos, los terremotos que sacudieron Turquía y Siria han tenido también efectos visibles sobre la corteza de nuestro planeta. Según informan investigadores del Centro Aeroespacial Alemán (DLR, por sus siglas en alemán), sobre una franja de 250 kilómetros se pueden observar fracturas de hasta seis metros de desplazamiento del suelo.

Para llevar a cabo las estimaciones, se basaron en imágenes captadas por satélite por la misión Copernicus y la sonda Sentinel-1. Las mayores fracturas se encontraron en la zona sur, coincidentes con el terremoto principal de magnitud 7,8 que se produjo en la madrugada del pasado 6 de febrero. También observaron una franja de ruptura secundaria al norte, provocada por el segundo sismo, de magnitud 7,5, que ocurrió en la mañana de ese mismo día.

Comparando una imagen del pasado 29 de enero y otra tomada el 10 de febrero (cuatro días después de los terremotos principales), los investigadores crearon una imagen en la que se puede observar el desplazamiento: las áreas azules representan el movimiento en dirección este y las áreas en rojo el desplazamiento hacia el oeste. “Ambas regiones en las que ocurrieron los terremotos pertenecen geológicamente a la falla de Anatolia Oriental, donde chocan las placas de Anatolia y Arabia”, explican en el comunicado. “Esto crea tensiones en la corteza terrestre, que se liberaron durante los terremotos”.

También utilizando los servicios de Sentinel-1, investigadores del Centro de Observación y Modelado de Terremotos, Volcanes y Tectónica (Comet) del Reino Unido hallaron rupturas aún mayores: una principal de unos 300 kilómetros de longitud que se extiende al noreste desde el extremo ­nororiental del mar Mediterráneo y otra paralela de unos 125 kilómetros que corre de oeste a este, en parte en paralelo con una sección de la primera fisura, y que podría apoyar la teoría del triggering o que el terremoto principal desencadenó otro, y no una réplica, en una zona cercana.

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