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Louis versus Schmeling: el arte del boxeo

La pelea duró nada más que 124 segundos.

“No he visto máquina más extraordinaria de tirar y esquivar golpes”, escribió el novelista Ernest Hemingway sobre el boxeador Joe Louis. Sus dos peleas con Max Schmeling fueron decisivas para su construcción definitiva. Louis venía en ascenso meteórico cuando le pusieron al alemán Max Schmelling –quien encarnaba el ideal de virilidad aria para los nazis– enfrente, en 1936. Para sorpresa incluso de sus propios seguidores, Schmelling ganó por demolición. Los cines del sur norteamericano, donde estaba prohibido pasar peleas en que ganaran boxeadores negros, se cansaron de proyectar la victoria de Schmeling en cada pueblo.

Joe Louis aprendió de inmediato la lección. Emergió con una feroz racha de triunfos, corrigió sus errores boxísticos y, cuando obtuvo el campeonato, le dijeron que podía elegir al rival que quisiera y eligió volver a pelear contra Schmeling. La pelea duró nada más que 124 segundos. A Louis le sobró un round para liquidar a Schmeling. En total, logró tumbarlo en tres oportunidades. Esa noche había más de setenta mil espectadores contemplando la pelea en el Yankee Stadium. En su autobiografía, Louis reveló que, cuando se lo llevaban del estadio, veía por las ventanas de la ambulancia que las calles estaban de fiesta “como si todos los bares y nightclubs de la ciudad hubieran expulsado al mismo tiempo a la calle a su audiencia”.

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