Cultura

Manal, la primera banda que cantó blues en español en el mundo entero

Fue un trío que en apenas tres años sentó las bases fundamentales de lo que sería el rock y el blues en nuestro país.

Quería cantar como los negros, porque creía que solo ellos cantan realmente bien el blues. Y así, Javier Martínez, con voz de ginebra, iba cantando a los gritos en las noches de Buenos Aires para darle a la garganta la aspereza necesaria para interpretar el género.

En 1967, en una de esas manifestaciones artísticas multidisciplinarias que se producían en el Instituto Di Tella bajo el nombre de happening, conoció personalmente a Claudio Gabis y Alejandro Medina. Ellos lo habían visto actuar con Los Beatniks, la banda que Javier tenía con Moris y Pajarito Zaguri. A su vez, Javier había escuchado tocar a Claudio en la banda Bubblin Awe y había quedado muy impresionado: “Tocaba con la técnica de blues y estiraba la cuerda, entonces me dije ¡yo tengo que hablar con este hombre urgente! Porque yo ya venía con mi proyecto, ya tenía escritos mis temas y venía buscando gente para hacer rock y blues en castellano, con lo cual un millón de tipos se rieron de mí y me tacharon de loco y ahora yo me río de ellos; así son las cosas ¿no?”, recordaba.

Esa noche nació el trío Manal, decidido a acuñar un estilo propio en el que se fusionaban el jazz, el rock, el candombe y el blues, con una lírica de raíz tanguera aportada por las letras de Javier Martínez. Cuestionaban esa manera de vivir fundada en el consumismo, en el materialismo que todo lo entristece y vulgariza, y contraponían la vindicación de la naturaleza como manera de recuperar un vínculo con lo esencial. Dicen en Una casa con diez pinos: “Un jardín y mis amigos/ no se puede comparar/ con el ruido infernal/ de esta guerra de ambición,/ para triunfar y conseguir/ dinero nada más/ sin tiempo de mirar/ un jardín bajo el sol/ antes de morir”.

Pirí Lugones era la nieta de Leopoldo y la hija de Polo. Solía presentarse como la nieta del poeta y la hija del inventor de la picana. Era pareja de Rodolfo Walsh y trabajaba como asesora en la editorial de Jorge Alvarez, quien tenía interés en abrir un sello discográfico. En una fiesta de cumpleaños que Pirí organizó en su casa, estaban presentes los integrantes de Manal, porque eran amigos de sus hijos. Allí conocieron a Jorge Alvarez, quien recordaba así ese encuentro: “En una reunión de cumpleaños de Pirí Lugones los conocí. Un mes después fui a la casa de Alejandro Medina, donde el trío ensayaba, y cuando los escuché me caí muerto, era realmente espectacular como tocaban. Les pregunto qué pensaban hacer, me dijeron que no querían entrar en el engranaje comercial, que eso era una porquería, que querían hacer las cosas con libertad y todo eso”.

Los verdaderos clásicos

Grabaron su primer álbum en el sello discográfico independiente Mandioca. Lleva simplemente el nombre de la banda y contiene temas que se convertirían en verdaderos clásicos: Jugo de tomate frío, Avellaneda Blues y Avenida Rivadavia, entre otros. El disco está considerado como el tercer mejor álbum de la historia del rock argentino en la lista de los 100 mejores, elaborada por la revista Rolling Stone.

Hugo Guerrero Martinheitz fue el primero que los pasó en la radio. Se trataba del tema Qué pena me das, de seis minutos de duración. Estaba absolutamente contraindicado para lo que eran los parámetros de la época, por lo que solo un profesional del prestigio y la osadía del “peruano parlanchín” era capaz de pasarlo en horario central y en el programa más escuchado de la época.

Escribió Fabián Casas: “Con Manal –y a través de la extraordinaria poesía de Javier Martínez- el blues porteño alcanza altura líricas inimaginables: Luz que muere, la fábrica parece un duende hormigón/ y la grúa, su lágrima de carga inclina sobre el dock/ Un amigo duerme cerca de un barco español”.

El grupo se separó en 1971 por algunas divergencias y solo volvieron a reunirse para los cinco recitales que dieron en Obras Sanitarias, en 1980.

Noticias Relacionadas

El patrimonio de la humanidad  suma a las momias Chinchorro

El patrimonio de la humanidad suma a las momias Chinchorro

Con más de 7.000 años de antigüedad, las momias de la cultura Chinchorro de la región chilena de Arica y Parinacota, antecesoras de las egipcias, siguen despertando la curiosidad, por lo que continúa el trabajo arqueológico sobre el pueblo de pescadores que momificaba a sus muertos. El sitio acaba de ser nombrado patrimonio de la humanidad por la Unesco, lo que conlleva el desafío de su preservación para su estudio y las generaciones venideras. El lugar presenta la evidencia arqueológica más antigua conocida de la momificación artificial de cuerpos.