cultura
Mucho más que la mujer de un patriota
Ángela Baudrix es uno de esos nombres que pasan desapercibidos para nuestros historiadores, pero fue el brazo derecho de Dorrego.
Hacia fines de 1816, a poco más de un año de haber contraído matrimonio con Manuel Dorrego, Ángela Baudrix se enteraba de la orden que había dado el director supremo, Juan Manuel de Pueyrredón, para que su marido fuera expatriado en forma perpetua de las Provincias Unidas, en alusión a los criminales actos de insubordinación y altanería con que el acusado había marcado sus servicios en la carrera militar.
Ángela Baudrix era hija de la porteña Serafina Martínez de Ochagavia y del español José Ramón Baudrix. La familia, con sus nueve hijos, había adquirido una finca importante en San Isidro. Cuando tenía diecisiete años recibió el pedido de matrimonio de Manuel Dorrego, quien tenía veintiocho. Era hijo del comerciante portugués José Antonio do Rego y de María Salas, y tenía tres hermanas mujeres. El grupo familiar contaba con una pequeña fortuna; dueños de dos tiendas en la calle San Nicolás, tenían una casa propia en La Merced.
Dorrego había abrazado los ideales revolucionarios desde muy temprano: primero, abandonando sus estudios de Derecho para hacerse militar y luego, con el estallido de la Revolución de Mayo, yendo de Chile a Buenos Aires para sumarse a las luchas por la Independencia. En 1811 (año en que conoció a Angela), en apenas dos meses, Dorrego cruzó por lo menos cuatro veces la cordillera de Los Andes para llevar soldados chilenos voluntarios como refuerzo para las tropas argentinas que iniciaban la guerra revolucionaria. Pese a la oposición del padre de Angela, en 1815 los jóvenes se casaron. Angela, que apoyaba las ideas de su esposo, corregía los textos que Dorrego escribía para La Crónica Argentina, un diario de tendencia federal y opositor al Directorio y sus políticas centralistas.
En 1817 su oposición al poder le costó a Dorrego ser licenciado del Ejército Libertador por indisciplina y cuando estaba por ir a Cuyo al frente de su regimiento, ser arrestado y desterrado en los EE. UU. Angela tuvo el coraje de escribirle una carta al Directorio y protestar por la suerte de su marido “uno de los más ardientes defensores de la patria”. En ese sentido, escribiría: “Yo considero, y toda persona que no sea ciega debe considerar, al excelentísimo señor Director; ¿ a qué, pues consultar al Soberano Congreso cuando éste no puede formar juicio por no existir en ella exposición alguna del procesado? ¿Cuándo, éste ni aun sabe quién es el juez de su causa?”.
Es de notar que, luego del decreto de expatriación perpetua de Dorrego, Pueyrredón había informado la decisión al congreso reunido en Tucumán a los efectos de su convalidación. Sin embargo, los congresistas se negaron a hacerlo, en atención al avasallamiento de los derechos que la medida implicaba, en detrimentos del principio de seguridad individual.
En 1827, Dorrego impulsó una política popular que incluyó precios máximos, el fin de la leva forzosa que obligaba a los pobres a incorporarse a la milicia de fronteras y la suspensión de la deuda externa contratada por su antecesor, el unitario Rivadavia con la casa Baring de Londres y que implicaba el pago de intereses usurarios. Las diferencias entre el “coronel del pueblo” y los unitarios eran irreconciliables, algo que se hizo más que evidente cuando el general Juan Lavalle, al frente de un grupo de hombres, lo derrocó y luego, en diciembre de 1828, lo mandó a fusilar.
Hay muchos testimonios de uno de los hechos más trágicos de la historia argentina. Uno de los más conmovedores es la carta que le permitieron escribir a Dorrego para su esposa, poco antes de ser fusilado, en la que le dice: “Mi querida Angelita. En este momento me intiman que dentro de una hora debo morir; ignoro por qué; más la Providencia divina, en la cual confío en este momento crítico, así lo ha querido. Perdono a todos mis enemigos y suplico a mis amigos que no den paso alguno en desagravio de lo recibido por mí. Mi vida: Educa a esas amables criaturas: sé feliz, ya que no lo has podido ser en compañía del desgraciado”.
