Cultura

Osvaldo Soriano, un centroforward que llegó al cine

Es uno de los novelistas argentinos más leídos en el mundo entero. Sus obras llevadas a la pantalla se volvieron clásicos. Un recorrido por las adaptaciones más recordadas.

Osvaldo Soriano nació el 6 de enero de 1943, era el hijo único de un ama de casa y de un técnico electrónico. Soñaba con ser futbolista y llevar el número 9 de la camiseta de San Lorenzo de Almagro, mientras paseaba su niñez de pueblo en pueblo, al ritmo que le imponían las mudanzas por trabajo de su padre. Pero su pasión voraz y algo tardía por la literatura- recién a los veinte años leyó su primer libro- torció el rumbo de una vida encaminada a ser tragada por el anonimato.

Más allá de su formación autodidacta, su obra tuvo una característica que la crítica consideró un defecto imperdonable: un público copioso de lectores que le significó ser el escritor más leído en Argentina durante dos décadas consecutivas y haber sido traducido a más de 15 idiomas. No obstante, el propio autor sentenció alguna vez: “Un escritor está siempre igual de solo que un corredor de maratón. De esa soledad debe sacarlo todo: música celeste y ruido de tripas. Y también la peregrina ilusión de que un día, alguien decida abrir su libro para ver si vale la pena robarle horas al sueño con algo tan absurdo y pretencioso como una página llena de palabras”.

Dada la inmensa popularidad de la literatura de Osvaldo Soriano, no es extraño que muchos directores se vieran tentados de llevar al cine sus novelas. Por otro lado, el séptimo arte está muy presente en su literatura. Su primera novela de 1973, Triste, solitario y final, se abre con la llegada en barco a los Estados Unidos de dos actores ingleses en busca de empleo: Charlie Chaplin y Stan Laurel. Ellos, en la mirada del narrador, son la representación del éxito y de la derrota respectivamente: Charlie consiguió su primer trabajo en seis meses, Laurel tardó cinco años en ingresar al cine.

Osvaldo Soriano trabajó en un solo guión cinematográfico y fue junto a la guionista Aída Bortnik para la película Una mujer. La obra dirigida por Juan José Stagnaro tenía un elenco que contaba con Cipe Lincovsky, Federico Luppi y Soledad Silveyra, entre otros.

El director y guionista Hector Olivera era fanático de las novelas del “Gordo” Soriano y llevó al cine No habrá más penas ni olvido, adaptada por el dramaturgo Roberto Cossa; la película ganó el premio mayor en el Festival de Cine de Berlín. Se trata de una historia que transcurre en un pueblo imaginario, Colonia Vela, donde se enfrentan violentamente dos facciones irreconciliables del peronismo y lo que comienza como comedia, termina como tragedia. Una sombra ya pronto serás fue el segundo intento de Olivera de acercarse cinematográficamente a la literatura de Soriano; le valió la nominación a mejor director en el Festival de Cine de Venecia, 1994. Su trama transcurre en los desventurados parajes del sur de nuestro país, con personajes que parecen habitar un purgatorio engañándose ingenuamente con la posibilidad de una salida.

Por su parte, el actor y director chileno Lautaro Murúa, en 1984, acometió la traslación al cine de Cuarteles de invierno, que venía de ser premiada como mejor novela extranjera en Italia. Allí vuelve a aparecer Colonia Vela como escenario donde se encuentran un cantor de tango en decadencia –Oscar Ferrigno– y un boxeador olvidado –Eduardo Pavlovsky–. La música fue compuesta por Astor Piazzolla.

Contaba que una vez lo llamó Alberto Olmedo diciendo que quería encarnar en cine al cónsul Bertoldi, personaje de A sus plantas rendido un león. Recordaba Soriano: “Cuando salió el libro, Olmedo me llamó una vez a las tres de la mañana para decirme que lo quería hacer, con su propia gente, lo cual era un disparate aun mayor. Durante diez minutos, me habló de lo buen actor que era el Facha Martel. Es un grande, me decía. Yo le dije que ya había una opción pagada para hacerla, pero que en efecto se había pensado en él para el papel del cónsul. No me creyó demasiado. Tenía una relación muy difícil con los intelectuales y se desvalorizaba mucho”. Poco tiempo después, un productor le compró los derechos del libro para una película que dirigiría Lina Wertmüller, con Marcello Mastroianni de protagonista. El actor italiano le confesó al escritor argentino que quería hacer del personaje de Soriano: “Un Tarzán viejo y descangallado, impotente, lamentable”.

Dijo Mempo Giardinelli, cuentista y viejo amigo del “Gordo”: “Yo creo que Soriano es casi una anticipación de cierta estética hollywoodense de la road movie”.

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