cultura

Osvaldo Soriano y sus inicios en el periodismo

Fue uno de los escritores argentinos con más reconocimiento internacional. Se formó como periodista en la redacción de un diario que lo nutrió de muchas anécdotas.

La Opinión fue un diario de élite para cierto grupo de profesionales e intelectuales liberales o de izquierda. Jacobo Timerman, su director, tenía una teoría que reiteró durante un interrogatorio al que lo sometió el general Ramón Camps (quien fuera condenado por 214 secuestros extorsivos, entre otros crímenes): “Se necesita a los mejores periodistas de izquierda para hacer un buen diario de derecha”. Como suele suceder en los medios gráficos, el diario fluctuó su postura a través del tiempo: empezó criticando al gobierno de Alejandro Agustín Lanusse; pero, cuando este lanzó el Gran Acuerdo Nacional, lo apoyó a cambio de avisos oficiales.

La primera edición del periódico apareció el 4 de mayo de 1971. El diario de Timerman era más pequeño que sus competidores pero salía más caro. “Diez noticias en un día son útiles y comprensibles; cien, soportables; mil, abrumadoras e innecesarias”, dijo por entonces su creador para presentar su proyecto periodístico. Lo cierto es que entendía muy bien el negocio: su público no era masivo, pero era influyente; al punto tal que la juventud era capaz de dejar de tomar un café para comprar el diario.

Durante la década del sesenta, Timerman ya había creado las revistas Primera Plana y Confirmado, dos trincheras desde las cuales se daba cuenta de diversos sucesos de la historia cultural y social de la región. Ser llamado a integrar “el equipo de Timerman” era motivo de orgullo profesional: en esa redacción se daban cita escritores y periodistas de la talla de Juan Gelman, Ernesto Sábato, Roberto Cossa, María Esther Gilio y Carlos Ulanovsky, entre otros, con el fin de hacer un periodismo diferente.

Paco Urondo yJuan Gelman fueron los directores del suplemento cultural del diario, inaugurando un claro ciclo disruptivo para la época, un enfoque de avanzada en el que los suplementos podían contar con su propia línea editorial. En ese marco, Osvaldo Soriano se sumó al equipo de redacción una semana antes de la aparición del primer número y se quedó hasta mediados de 1974, “cuando la atmósfera se hizo irrespirable por la caza de brujas”. Según el escritor, hubo momentos en los que tuvo que trabajar sin pausa y otros (sobre todo en 1972, mientras escribía Triste, solitario y final) en los que no redactó una sola línea en seis meses, lo que posiblemente sea un récord en la historia del periodismo gráfico argentino.

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