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Tormentas históricas de La Plata

En la historia de nuestra ciudad se pueden encontrar antecedentes en los que la meteorología descargó amenazas que parecieron bíblicas.

En 1887, sobre nuestra ciudad se cernió la amenaza de una catástrofe meteorológica. El 28 de octubre de ese año, en momentos en que el paseo del bosque se hallaba lleno de carruajes con familias, se presentó en el horizonte, por el oeste, una imponente tormenta que puso en alarma a todos. Poco se hizo esperar el fenómeno que con tanta rapidez avanzaba. Dos minutos después, la vanguardia de un feroz viento arrastraba toneladas de tierra en nubarrones espesos.

Luego, la atmósfera se cubrió de un fino polvo que penetraba los poros e impedía mantener los ojos abiertos. Se produjo una densa oscuridad que, acompañada de viento, se mantuvo varias horas. Era noche cerrada en pleno día. No hubiera sido raro que en muchas casas se hablara del juicio final. La prensa de la época dejó constancia de que aquella tarde tres platenses se suicidaron.

No obstante, el antecedente más notorio de tormentas en nuestra ciudad aconteció el 23 de abril de 1911, cuando las precipitaciones se extendieron con picos intermitentes de gran intensidad durante el resto del día y buena parte de la noche.

Al día siguiente, en el Observatorio Astronómico se registró una medición sin precedentes: 267 milímetros. La tormenta no solo dejó bajo agua a La Plata, sino que originó un problema de raíz que aún sigue vigente: los desagües.

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