Un lugar inspirado en la Ruta 66

De la mano de autos, motos, colectivos y camiones de reparto de otras épocas, en Tandil ganó protagonismo este verano un museo que Carlos Giosa y su familia atesoran y muestran a los fanáticos de los fierros. Además de recorrerlo, se puede comer y tomar algo, pero en un restaurante adaptado a los 80 y 90 en los Estados Unidos.

Carlos Giosa es fanático de los autos y, junto a su familia, decidió viajar a Estados Unidos para recorrer la Ruta 66, un camino que marcaría los destinos de sus vidas y que posteriormente representaría un éxito.

Los Giosa llegaron hace 8 años a la ciudad de Tandil en busca de la tranquilidad y la paz que las sierras y la naturaleza te pueden dar, provenientes de la zona de Burzaco, en el sur de Buenos Aires.

Antes de que llegara la pandemia, sin embargo, decidieron realizar un viaje que los llevaría al inicio de un gran sueño. La pasión por los autos de Carlos y sus hijos los hizo recorrer la conocida y nombrada ruta 66, o llamada también ruta madre, inaugurada en 1926 con el objetivo de conectar las comunidades rurales con las grandes metrópolis. Así fue que se construyeron pequeños pueblos alrededor de la carretera, y las típicas gasolineras o moteles para los camiones o autos que circulaban a diario por ese camino.

Como en las películas yanquis, donde se ve a la moza con los atuendos típicos de cafetería y los asientos de los 80 o 90, la comida rápida o las tortas dulces acompañadas de algo caliente. Esa fue la inspiración de la familia de Burzaco que llegó para armar lo que sería un museo de autos antiguos, donde, además de apreciar vehículos de otros tiempos, se puede comer y tomar algo.

Diario Hoy habló con Martín, uno de los hijos, quien es parte este lugar de entretenimiento que hoy muchos quieren conocer.

“La idea del museo arrancó en la cabeza de mi papá después de un viaje que hicimos por Estados Unidos, más precisamente por la ruta 66, de donde volvió fascinado y loco por todo lo que habíamos visto porque sintió que era su lugar en el mundo por la historia, decoraciones y autos que había en esos sitios que visitamos”, comenzó contando uno de los protagonistas de esta historia que describe un pintoresco recorrido. Allí se mezclan la nostalgia con la pasión por los autos.

Carlos colecciona coches desde hace varios años y hasta ahora tiene entre 20 y 30 modelos, contando autos, camionetas y otros automóviles. Su idea es continuar comprando más y tener más vehículos para el museo.

Después le sumaron un lugar para que la gente que vista el lugar pueda comer algo ahí “Lo del restaurante surgió de nosotros, mi novia Micaela y yo, que un día le dijimos: Che pará, ¿vas a hacer todo esto solo para vos y que nadie lo vea? Tendríamos que hacer un restaurante o algo así para que la gente que tal vez no puede viajar o no quiere, pueda tener y vivir algo de lo que pudimos ver. Y bueno ahí arrancó a agrandar todo para hacer la cocina, salones y demás”, contó Martín.

El lugar es visitado por los turistas y se encuentra ubicado en Avenida Don Bosco al 2215. Algunas personas viajan desde Mar del Plata solo para cenar y ver los autos, ya que no siempre son los mismos.

“Los autos del museo cada un tiempo los vamos rotando y trayendo nuevos. La verdad es que mi viejo está siempre con algún proyecto nuevo porque le encanta la compra-venta también. Entonces siempre está en movimiento y siempre hay autos nuevos. Hay 23 autos en exposición permanente pero vamos cambiándolos bastante seguido”, explicó.

En cuanto a los autos que les fueron más complicados para adquirir, comentó: “Los más preciados o más difíciles de conseguir que tenemos son la camioneta Gmc naranja y el Chevrolet 400. Te diría que esas son las figuritas difíciles porque están totalmente reformados con motores muy potentes traídos de Estados Unidos”.

Noticias Relacionadas