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Supermartes en Estados Unidos: Clinton o Trump

Con más de 200 millones de personas habilitadas para votar, los norteamericanos eligen entre la demócrata y el republicano al 45º presidente de su país. Hillary mantiene ventaja, pero el final será abierto y con la mira puesta en los llamados “swing states”, que definirán la elección

Llegó el día D para la principal potencia económica y política del mundo. Tras una agresiva campaña que polarizó al país como pocas veces en la historia, y con dos candidatos con bajo niveles de popularidad, Estados Unidos termina de elegir (37 estados permiten el voto anticipado), en el Supermartes de hoy, al sucesor de Barack Obama entre la demócrata Hillary Clinton y el magnate republicano, Donald Trump.

Más de 200 millones de personas están habilitadas para votar en los comicios, en los que Clinton aspira a convertirse en la primera mujer en la historia en llegar a la Casa Blanca; y Trump busca capitalizar el descontento con la llamada “clase política” para acceder al principal cargo público norteamericano.

Clinton y Trump llegan al día más esperado del largo año electoral en un virtual empate en intención de voto, lo que extiende la incertidumbre, pese a que las encuestas de la última semana volvieron a mostrar a Clinton entre tres y cinco puntos por encima de su rival republicano. Es que , al margen de los registros de sondeos a nivel nacional, será clave el número final que arrojen los llamados “swing states” (“estados pendulares”), cerca de diez en total con Florida como el gran vértice de disputa, como ocurrió en la histórica elección de 2000, donde el voto a voto de estas regiones podría inclinar la balanza de las preferencias tanto para un lado como para el otro.

Sistema electoral indirecto

El sistema norteamericano, con voto no obligatorio y una participación promedio del 50% del padrón, está determinado por el sufragio indirecto a través de electores que conforman un cuerpo colegiado con 538 delegados: 100 senadores, 435 congresistas y 3 delegados de Washington D. C., el distrito “estado 51”. Para ganar, los dos principales candidatos necesitan sumar al menos la mitad más uno (270) en el Colegio Electoral, donde cada Estado tiene una cantidad de delegados asignados proporcionalmente a su población: aunque sea por un solo voto, el ganador de cada Estado retiene la totalidad de las representaciones de los delegados, en lugar de distribuirse proporcionalmente, salvo en Maine y Nebraska.

La clave, los llamados “estados pendulares”

El factor decisivo son los estados que no tienen un ganador definido, situación que alcanza, en los sondeos previos, a entre diez y trece estados. Son los llamados “estados púrpuras” (por la mezcla del rojo y el azul de uno y otro partido) que no tienen sello republicano o demócrata. Por eso, la recta final de la campaña se centró en estas regiones, con Florida como campo de batalla de la contienda final, que otorga 29 electores y donde Clinton mantiene una ventaja en las encuestas que se podría tornar decisiva de cara al cierre.

Lo mismo ocurre con Pensilvania, bastión demócrata ininterrumpidamente desde 1992, que otorga 20 electores; Ohio (20), hoy con ventaja republicana y donde solamente dos veces un presidente resultó electo habiendo perdido este Estado; Carolina del Norte (15), histórica región republicana que ahora parece inclinarse hacia Clinton; y Virginia (13), que Obama conquistó para los demócratas tras años de hegemonía conservadora.

Según un último promedio de intención de voto publicado por diferentes medios norteamericanos, la demócrata tendría asegurados 115 electores, a partir de la suma a favor de los históricos estados demócratas, más otros 101 probables, con un total de 216 delegados. Necesitaría, así, obtener otros 54 para llegar al ansiado piso de 270 y vencer. Trump, entre consolidados y potenciales, alcanza el techo de 170 votante. De allí que para tener alguna chance de victoria necesitará dar la sorpresa en Florida o en algún otro Estado de tendencia demócrata.

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