Atentado a CFK: la querella habló de “gato encerrado” y Capuchetti delegó la investigación en Rívolo

Los abogados de la vicepresidenta señalaron irregularidades en el manejo de la causa que investiga el intento de magnicidio ocurrido el pasado 1º de septiembre. La senadora había anticipado la recusación vía Twitter

Los entretelones y vericuetos judiciales de la causa que investiga el intento de magnicidio sobre la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner no dan tregua: ayer, la jueza federal María Eugenia Capuchetti delegó la investigación del atentado contra la senadora en el fiscal Carlos Rívolo.

La decisión se tomó al tiempo de que los abogados de la querella de CFK pidieran apartar a la jueza. “Si nos frustraron la posibilidad de la prueba es porque había gato encerrado”, argumentaron, al cuestionar a Capuchetti por “una completa falta de iniciativa”.

Los letrados que patrocinan a la expresidenta habían reclamado ante la Cámara Federal porteña que la magistrada sea apartada de la investigación, dejando a entender que había algo oculto en la marcha de los procedimientos judiciales.

El abogado José Manuel Ubeira pronunció la frase que provocó el cambio de timón en la audiencia ante el juez de la sala I del Tribunal de Apelaciones, Leopoldo Bruglia, quien se vio ante la encrucijada de decidir si sostenía o apartaba a la jueza que instruye en el expediente por el intento de magnicidio ocurrido el primer día de septiembre pasado.

En la misma línea, al salir de los Tribunales federales de Comodoro Py, el letrado expresó que “si seguimos investigando llegamos a donde no quiere llegar, a las terminales del PRO”, y luego refirió que existe en la causa una pista vinculada al diputado nacional de Juntos por el Cambio Gerardo Milman, además de “un discurso de odio de determinados lugares”.

Cristina lo había anticipado

El anuncio de la recusación había llegado vía Twitter por la propia Cristina Fernández el 10 de noviembre pasado y se formalizó la última semana a través de un escrito, que la magistrada rechazó de plano. Allí, la jueza federal defendió cómo llevó adelante las diligencias y trámites, además de las distintas medidas de prueba. “Mi imparcialidad está intacta”, intentó defenderse oportunamente.

Si bien en un principio había cierta paridad de criterios, la relación entre la querella y la jueza se quebró el día en que la magistrada se negó al pedido de secuestrar los teléfonos de las asesoras del diputado Milman -quien responde a Patricia Bullrich, titular del PRO-. Las empleadas habían estado con él en el bar Casablanca dos días antes del atentado.

La situación tomó dimensión cuando un asesor legislativo, llamado Jorge Albello -que nunca fue testigo de identidad reservada-, aseguró el 23 de septiembre haberlo escuchado decir: “Cuando esté muerta yo voy a estar en la costa”.

Desde entonces, la relación no fue la misma y el tema del atentado comenzó a tener matices más complejos en medio de un clima político en ele que el episodio sufrido por CFK marcó el termómetro entre la puja preelectoral entre el oficialismo del Frente de Todos y la oposición de Juntos por el Cambio.

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