El fracaso kirchnerista
A todos los que hacemos el diario Hoy, nos encantaría poder titular las páginas diciendo que, tras una década en el poder, el gobierno nacional ha logrado vencer la inflación, que hay pleno empleo; que la Justicia mete tras las rejas a los funcionarios corruptos; o que existen líneas de créditos para que todos los trabajadores puedan cumplir con el sueño de la casa propia,
Lamentablemente, no podemos incluir ninguno de estos temas en los títulos de tapa, sencillamente, porque la realidad de nuestro país se encuentra en las antípodas.
Tras una década de gobierno K, nos encontramos con que la Argentina, en muchos aspectos, es una nación aún más subdesarrollada que la que existía en los años ´90, cuando se le puso bandera de remate a la Patria.
Los Kirchner continuaron la matriz de saqueo impuesta por el menemismo. En los últimos 10 años, unos pocos amigos del poder se enriquecieron a niveles escandalosos, llenando bóvedas, mientras los jubilados están condenados a pasar hambre al no reconocérsele el derecho constitucional a percibir el 82% móvil, luego aportar al Estado durante toda una vida de trabajo.
Lo que resulta imperdonable de este gobierno es que se desaprovechó un contexto internacional inmejorable. El mundo, como pocas veces en la historia, demandó de forma masiva los alimentos que se producen en nuestro suelo, lo que podría haber constituido una fuente de ingresos muy importante para poner en marcha un aparato productivo que le otorgue valor agregado a la economía, generando miles de puestos de trabajo genuinos. Ello no ocurrió y ahora estamos pagando las consecuencias porque el kirchnerismo decidió utilizar los recursos solamente para crear una enorme red clientelar, haciendo que millones de compatriotas tengan que sobrevivir con las dádivas que discrecionalmente reparte el gobierno.
Así es como en un país bendecido por la naturaleza, con un territorio plagado de riquezas, tenemos uno de cada tres compatriotas viviendo en situación de pobreza o indigencia. Y la situación tiende a empeorar porque la recesión económica y la inflación están destruyendo el poder adquisitivo de la clase media y de los sectores populares.
En ese contexto, en los últimos meses, el proceso kirchnerista fue adquiriendo rasgos cada vez más autoritarios. Incapaz de dar soluciones al colapso económico, el gobierno fue cercenando el derecho a la propiedad y ahora hasta amenaza con salir a apretar a los actores económicos, que no acatan sus lineamientos, con la militancia rentada.
Se trata, en definitiva, de un manotazo de ahogado. La sociedad hace tiempo que le dio la espalda al kirchnerismo que, tras una década en el poder, comenzó a recorrer su recta final. El desafío pasa por la necesidad de que aparezca una alternativa, un nuevo tipo de dirigencia, con planes estratégicos e ideas claras de lo que se debe hacer. Existe mucha gente capaz, profesionales de primera en las más diversas áreas, que podrían cambiar la historia si son convocados a un proyecto superador. Esperemos que así sea.