Las calles de la ciudad, y una fuerte lluvia que no dijo Paso...


El 9 de agosto amaneció extraño en nuestra capital provincial, con el cielo en tono rojo (¿radical?) a la vista de los madrugadores de las 6 AM; pero media hora más tarde se pintaba con una suave tonalidad amarilla (¿quiso comprar el cielo algún macrista?), hasta que finalmente a las 7.30 se desplegaba un tenue color “oficialista”, el celeste y blanco tan opaco y desdibujado como el del propio Frente para la Victoria. Apuraron el trámite antes de la lluvia, la que se vino con fuerza a las 15 horas, generando el malestar de la población votante que había salido "sin pronóstico" a las calles.

El periodista de diariohoy.net arrancó una recorrida en bicicleta, emulando lo que en el Conurbano hizo Lucas Llacht (el vice de Sanz). Políticamente hablando, las primeras horas mostraron al Gran La Plata perezoso y con escaso clima festivo por el acto eleccionario.

El mate animaba a los jóvenes de una de las ocho mesas dispuesta en la escuela que bautizaron “La Legión”, en 13 y 60. Y cuando la primera discusión de la mañana iba transformando las caras, alguien hizo honor a la cultura pidiendo calma con la frase: “no nos hagamos problemas, tomemos un mate, acá está todo bien”.

Las quejas repicaban las orejas del precandidato José Arteaga, uno de los cinco de UNA, que al salir del céntrico colegio Monseñor Rasore, en 46 entre 7 y 8, definió a la “elección bastante desordenada en materia de autoridades de mesa”, puesto que le informaron que hasta pasadas las 9 “el 80 % de las mesas estaban intentando abrir”.

La humedad en días como los de hoy penetran hasta los huesos de quienes ya llevan varias décadas de vida, y a un votante de Villa Elvira, con serios problemas de rodilla, le tuvieron que bajar la urna porque le fue imposible subir las escaleras del “María Sierra”, la escuela de 3 y 74. Una operación de rodilla lo espera antes de las Generales: “en las próximas elecciones espero que pueda venir solo”, aflojó el dolor con sonrisa de político en campaña.

Julio Garro, un hombre de Macri en la región, llegaba al cole de Diag. 73 entre 27 y 28, destacando que “no ha llovido mucho y eso es importante”, declaraba por la Red 92 mientras la Directora de esa escuela, organizaba la cola hacia la vereda, puesto que la cantidad de fiscales y el escaso espacio edilicio provocaba un pegajoso tumulto que amagaba con descompensar a algún adulto mayor.

En la sede del IOMA, una mujer hizo levantar a todos. Su petición apenas salió del cuarto oscuro llenó de dudas el mediodía: “¿por qué no hay boletas de varios partidos?”. “Señora, es que el partido seguramente no las trajo”. Optó por no sufragar y tomar el teléfono de diario Hoy para saber qué pasos seguir, puesto que “cuando tengas todas las opciones, volveré a votar”.

Las caras en el tránsito transmiten mucho, y parece mentira que este derecho ciudadano sea un trastorno. Por eso, qué mejor que un psicólogo para cambiar la cabeza y mirar con esperanza y “votar con el corazón”, como sugirió el Dr. Leonardo Rocheteau sugiriendo a una Stolbizer presidente y un Gastón Crespo intendente.

El cielo se esforzaba por contener el agua, en pleno mediodía, pero la única agua que era como bendita era la de los cebadores de mate, que calmaban la ansiedad de fiscales, encargados de mesa y votantes. Es que el mejor remedio para el popular deporte de las quejas llevarse el equipo de mate…

Mientras continúa el gentío en un desfile colosal, los resultados estarán más allá de la hora 22, cuando el cielo esté oscuro, aunque con algún tinte de color partidario alumbrando el futuro.

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