Reactivación de Atucha II: uno de los ejes centrales del Gobierno

En la nueva puesta en funcionamiento de la planta nuclear se juegan dos puntos claves que el oficialismo tiene en su agenda: el modelo industrial, con generación de empleo y desarrollo local, y el ahorro de divisas, en un contexto en donde los dólares pusieron en jaque las reservas del Banco Central.

Las reparaciones en la central nuclear Atucha II entraron en etapa final y las autoridades de Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima (NASA) proyectan volver a poner operativo el reactor en julio. El apuro por tener activo nuevamente el generador, que tiene una potencia de 745 MWe, responde al peso en los costos que tiene que afrontar el país para reemplazar esa energía, pero también para certificar que el modelo nacional de desarrollo y de sustitución de importaciones es válido.

La orden de la vicepresidenta Cristina Kirchner es apurar los planes de expansión que están en fases de proyecto o de incipiente implementación, con el objetivo de condicionar su desactivación ante un eventual gobierno en manos de Juntos por el Cambio (JxC).

En la puesta en funcionamiento de la central nuclear se juegan dos puntos claves que el oficialismo tiene en su agenda: el modelo industrial, con generación de empleo y desarrollo local; y el ahorro de divisas, en un contexto en donde los dólares pusieron en jaque las reservas del Banco Central.

De esta manera, y si todo marcha bien, la NASA argentina será parte de la agenda de campaña electoral del Frente de Todos, como un caso de éxito para garantizar la energía eléctrica limpia durante el invierno, y evitando un gasto de 400 millones de dólares y pérdidas “incalculables” por falta de facturación.

Sin embargo, existe también una resistencia ideológica, porque la empresa es una sociedad anónima con un capital social accionario distribuido entre el Ministerio de Economía de la Nación (79%), la Comisión Nacional de Energía Atómica (20%) y Energía Argentina S. A. (Enarsa) (1%), y está a cargo de la operación y la producción de energía nucleoeléctrica a través de las centrales Atucha I, Atucha II y Embalse.

En su conducción se encuentra la comandancia de La Cámpora de Máximo Kirchner, que se alinea detrás de Cristina Kirchner. Desde su llegada al poder en 2003, el kirchnerismo supo tomar la gobernanza de los sectores energéticos y, con la creación de las sociedades anónimas integradas por el Estado, logró quedarse con todas las conducciones directivas, de modo de poder tomar las decisiones claves.

Las centrales nucleares son un ejemplo de políticas en esa dirección, y sus nombres responden a esa identificación: Atucha I se llama Juan Domingo Perón, y Atucha II, Néstor Kirchner. Ambos fueron sancionados por el Congreso de la Nación en 2014 y se constituyeron en un símbolo de pertenencia.

De repetir el éxito de Atucha I, el directorio de NASA dará un resultado clave para los intereses económicos y energéticos del país, justo cuando se calentarán los debates en torno a las propuestas presidenciales que abrirán las elecciones primarias de agosto.

Uno de las cartas sobre la mesa que pondrá el kirchnerismo será la política energética y buscará incomodar a Juntos por el Cambio, ya que el antecedente más cercano es el “vaciamiento” financiero del complejo Atucha durante la gestión de Mauricio Macri, en donde se cerró la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) en Neuquén, y que obligó a importar ese tipo de agua D20, necesaria para refrigerar las centrales nucleares que se encuentran en la ciudad bonaerense de Lima, a 100 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

Asimismo, el Frente de Todos buscará ­acelerar los planes de inversión en el área nuclear. Para eso, pretende conseguir el financiamiento de 8.000 millones de dólares para la construcción de Atucha III, que tiene el lugar reservado en el predio bonaerense, en un margen del río Paraná de las Palmas. De ahí las presiones de Estados Unidos para evitar que China, que ya tiene firmado un contrato comercial desde enero del año pasado, ingrese como jugador en un área clave para los intereses estadounidenses, dando a conocer su disconformidad en el marco de las negociaciones que mantiene Massa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para adelantar desembolsos antes de las elecciones.

Pero también hay otros planes: reactivar la planta PIAP, construir el Almacenamiento en Seco para Elementos Combustibles Gastados (Asecg II) y extender la vida útil de Atucha I. La licencia de operación para la primera central nuclear del país, puesta en marcha en 1974, emitida por la Autoridad Regulatoria Nuclear, finaliza en 2024, marcando el final de su primer ciclo de vida útil.

Reparación 100% nacional

Las tareas de reparación de Atucha II que se encuentran en la etapa final para su reactivación son 100% de ingeniería local.

Es decir que el plan aplicado recientemente fue de sustitución de importaciones. “La Comisión Nacional de Energía Atómica, que es la que hizo Atucha I, tenía una política: si se puede hacer acá, se hace acá. Nosotros somos herederos y continuadores de esa idea”, afirmó el presidente de Nucleoeléctrica Argentina, José Luis Antúnez.

Es por eso que quedó descartado el plan propuesto originalmente, para desmontar el reactivador y reparar la falla que está en la base del tambor que lo recubre, debido a que ese proceso duraría tres años y una inversión de 400 millones de dólares.

“Con nuestro método, llevamos gastados 2 millones y el presupuesto total no superará los 20 millones. Pero nosotros no lo hicimos pensando en ahorrar plata, sino en ahorrar tiempo, porque la planta tres años parada es una fortuna incalculable”, sostuvo el titular de NASA.

Noticias Relacionadas