Motochorros atacaron a una pareja en Gonnet

Estaban junto a un conocido cuando dos cacos armados los tomaron por sorpresa y les quitaron absolutamente todo.

En la ciudad de La Plata la inseguridad se ha convertido en una problemática profunda y persistente. Esta situación llegó a tal punto que ha modificado viejas prácticas y hábitos. Ya no es posible hacer las mismas cosas que se hacían antes, como por ejemplo, quedarse conversando un rato en la puerta de una casa.

Recientemente, un matrimonio de Gonnet y un conocido sufrieron el accionar de dos motochorros armados. Con el inconfundible lenguaje de las armas, los delincuentes los obligaron a cumplir con una orden, justo en el lugar donde se encontraban al momento del terrible ataque.

Ya no hay lugar donde sentirse seguros. Ni siquiera en un country o barrio cerrado, donde se supone que hay medidas para evitar un asalto. Ni las rejas, ni las alarmas, ni los perros pueden ante el delito. Mucho menos, si alguien es sorprendido en la vía pública, como pasó en 509, entre 18 y 19, a pocos metros del hospital San Roque.

Cerca del mediodía de ayer, un vecino hablaba con un conocido frente a su domicilio cuando en la escena irrumpió una motocicleta. Arriba del rodado iban dos sujetos con los cascos colocados, vestían ropas oscuras y llevaban guantes. Estaban preparados para no dejar rastros ni quedar expuestos ante una cámara de seguridad.

Uno de ellos descendió de la moto y mostró algo que en apariencia era un arma de fuego, tipo pistola, de color negra. “Dame la plata y vamos para adentro. ¿Quién está?”, fue la primera frase que lanzó el asaltante.

El dueño de la finca entregó los 2000 pesos que tenía encima y a la persona que estaba junto a él le arrebataron un morral, su celular y un grabador de tipo periodista.

Los ladrones cumplieron sus amenazas y los metieron a ambos dentro del inmueble, donde se encontraba la esposa del propietario. A la mujer también le sustrajeron dinero en efectivo, algo de 7000 pesos, un reloj pulsera y un celular.

Los delincuentes dividieron roles, mientras uno se encargaba de tener reducidas a las tres víctimas, el cómplice subió a la planta alta para saber si había alguien más o si localizaba algo de interés. Así, luego de revisar los muebles y demás dependencias, escaparon con una notebook, un televisor de 50 pulgadas, alianzas y algo de bijouterie.

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