El Profe Córdoba se refirió a Lionel Scaloni
El DT oriundo de Pujato fue muy resistido al llegar a la Selección. El Profe siempre confió y nunca dudó de él.
Solo dos personas del mundo del fútbol argentino podríamos hablar de cómo fue Lionel Scaloni tanto como jugador, como ser humano, como profesional: uno es un señor con todas las letras, como Néstor Pékerman, y el otro, quien escribe esta nota.
A fines de la década de 1990, un empresario rosarino, Hugo Promancio, me dijo: “Profe Córdoba, tengo una joya de futbolista que solo contigo podría desarrollar toda su potencialidad, se llama Lionel Scaloni”. “Creo en vos, Hugo, traelo”, respondí. Y acompañado por su padre y su hermano Mauro, desembarcó en La Plata ese joven de 17-18 años, libre de Newell’s Old Boys, que era un tumultuoso delantero al que le costaba el gol.
Rápidamente observé en ese oriundo de Pujato un corazón de oro e inquebrantable, unas condiciones físicas pletóricas de potencia y despliegue y, lo más importante, el Dragón Lionel era una verdadera esponja de absorber conocimientos técnicos, tácticos y estratégicos.
Así, al transcurrir de los días, se fue transformando en un carrilero, extremo, lateral imparable e incansable.
Cuando me preguntaron si era lo mejor para dirigir a los mayores, nunca dudé en decir que sí. Fundamentaba mi firme idea en que si conmigo aprendió todo, igual fue con todos los técnicos que tuvo y eso le daría una formación única. Si le sumamos un liderazgo innato y lealtad más firmeza inquebrantables, era casi imposible que no le fuese bien.
Gracias, Lionel Scaloni. Usted se lo merece por ser noble, humilde, líder, capaz y persona-profesional intachable. Usted se merece el lugar adonde ha llegado.