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Santiago copado de rojo y blanco: el Pincha juega la final con su gente
Entradas agotadas, micros completos y una movilización masiva rumbo al norte del país. El pueblo Pincha dijo presente una vez más y transformará la final del Torneo Clausura en una verdadera fiesta en el Estadio Madre de Ciudades.
La final todavía no se juega, pero Estudiantes ya ganó su primer partido. Con las 13.500 entradas agotadas, el Pincha aseguró otro lleno total en el Estadio Madre de Ciudades y confirmó que su gente volverá a ser protagonista en una definición grande. La ilusión se trasladó a la ruta y Santiago del Estero amaneció teñido de rojo y blanco.
El reparto de entradas dejó en claro la magnitud de la movilización: 10.000 populares y 3.500 plateas, estas últimas agotadas en cuestión de horas a fines de la semana pasada. Fue el primer síntoma de lo que vendría después. Con el correr de los días, la demanda se sostuvo firme y este viernes se terminó de consumir el remanente de generales, asegurando un marco imponente para la final del Clausura.
La respuesta de los hinchas obligó al club a reforzar la organización del viaje en tiempo récord. La distancia y el poco margen de planificación no fueron un obstáculo. Estudiantes activó un operativo especial de transporte que incluyó 20 micros de larga distancia, con 55 asientos cada uno, totalizando más de 1.100 lugares. Cada unidad partió con coordinadores propios para garantizar la logística y el orden durante todo el trayecto.
La venta de pasajes se realizó entre miércoles y jueves a través del sistema de Ticketing y estuvo destinada exclusivamente a socios sin ranking. El valor fue de $99.999, con posibilidad de pago con tarjeta de débito o crédito en 3 o 6 cuotas con interés. El pasaje, como se informó desde el inicio, no incluía la entrada al estadio, que debía adquirirse de manera independiente.
Desde la madrugada del viernes, las rutas comenzaron a poblarse de banderas colgando por las ventanillas, camisetas puestas y bombos viajando en bodegas. A eso se sumaron autos particulares, combis y vuelos comerciales repletos de hinchas que no quisieron perderse la cita. Familias enteras, grupos de amigos y filiales del interior confluyeron en Santiago con un solo objetivo: acompañar al equipo en otra final.
El calor no frenó la previa. Parrillas improvisadas, cantos constantes y banderas colgadas en cada rincón marcaron el pulso de una ciudad que, por unas horas, se convirtió en extensión de La Plata. Porque Estudiantes no juega solo. Juega con su gente. Y este sábado, en Santiago del Estero, el color y el aliento prometen ser tan protagonistas como la pelota.
