A solas con Los mosqueteros del rey

La obra explora la comedia a partir del juego del “error actoral” y construye una pieza desopilante, ocurrente e imperdible.

Los mosqueteros del rey, nuevamente dirigida por su autor, Manuel González Gil, producida por Julio Gallo, Juan Manuel Caballé y Ricardo Gallo, e interpretada por Nicolás Cabré, Jorge Suárez, Nicolás Scarpino y Fredy Villarreal, ya puede verse en el teatro Astral (CABA). Narrando cómo cuatro actores tratan de dar inicio a una función, pero tienen muchos contratiempos, hablamos con Cabré, Suárez, Scarpino y Villarreal para saber más detalles de la propuesta.

La obra, que fue estrenada en junio de 1991 y en los roles protagónicos estuvieron Miguel Ángel Solá, Hugo Arana, Darío Grandinetti y Juan Leyrado, además de recibir infinidad de premios, fue la primera en argentina en recibir el auspicio de la Unesco por promover la solidaridad y la amistad entre los hombres. Esta obra hoy vuelve a la cartelera porteña y promete continuar con los éxitos que cosechó hace ya 30 años desarrollando el detrás de escena de una puesta contrariada, ya sea porque los actores olvidan los textos, se confunden con los momentos de entrada y salida, hay contradicciones o comentarios sobre la información del relato. Poco a poco, intentan montar la célebre novela de Alejandro Dumas, pero las complicaciones se incrementan hasta el momento en que deben tomar una decisión radical.

—¿Tenían algún recuerdo del fenómeno que fue en su momento Los mosqueteros?

—Jorge Suárez: Sí, yo soy un hombre mayor, la vi cuando era un muchacho todavía y tengo el mejor de los recuerdos. Recuerdo un teatro repleto, aplaudiendo a sus artistas a eso que habían visto, a ese disfrute. Había flotando en el aire algo inexplicable que, bueno, ojalá podamos repetir. Pero si no, será algo parecido, porque la obra es la misma, tiene el mismo espíritu, la misma blancura, y tiene una idea central que es mostrarnos a nosotros como actores jugando arriba del escenario, actores sin tanta experiencia, actores, lo que va a ver la gente son actores que intentan hacer una obra.

—Nicolás Cabré: No, yo no la vi, sé perfectamente lo que hablan, después viví, viví al lado de Darío Grandinetti muchas experiencias, él me contaba, que ahora entiendo que eran de acá. Yo lo viví y sé lo que significó para él y para todos esta obra maravillosa, este tesorito que tenía guardado Manuel que no quería largar y al fin le doblamos el brazo. Sé más por lo que me contaron, yo no lo pude.

—Fredy Villarreal: No lo había visto, pero sí había visto las repercusiones que tenía la obra. Yo vivía en la ciudad de La Plata, casualmente, y me costaba mucho venir a Buenos Aires, desde el punto de vista adquisitivo principalmente, pero tenía la suerte de tener una tele, entonces veía el runrún de lo que pasaba en las obras, y esta la veía como una obra exitosa y una incertidumbre total de qué se trataba o qué pasaba. Hoy por hoy, a la distancia de estar aquí me pone muy contento porque soy parte de lo que quería averiguar y lo estoy averiguando en carne propia.

—Nicolás Scarpino: Yo la vi, pero era muchísimo más joven que Jorge (risas), entonces tengo re­cuerdos así borrados, pero siempre es un espectáculo que sentía como la alegría de saber que si en algún momento podía ser parte, me iba a dar un gran gusto, y creo que a veces cuando uno piensa, proyecta o envía algunas señales a algún lado del universo, se cumplen.

—¿Hay algo distinto cuando les toca por ejemplo encarnar a actores que hacen de actores? ¿Hay algo distinto en ustedes, en la manera de trabajar y demás? ¿Cómo es eso de actores que hacen de actores?

—NC: Yo por lo menos, me entrego a la obra y a lo que la obra precisa, después te encontrás con cosas nuevas, de hablarle directamente al público, o hacerlo partícipe de tu actuación. No es una caricatura de un actor, es ponerse en la piel, es exactamente lo mismo, en la piel de un actor que está tratando de hacer una obra que le sale mal, que se encuentra con tropiezos y algunos más impune que otros, pero es la historia, es lo que requiere la obra, el sistema creo que es exactamente lo mismo.

—JS: Para nosotros el personaje que tenemos que hacer es ese actor, es lo mismo para nosotros, es un personaje.

—Da la casualidad que ahora en el teatro de acá al lado también hay una obra que tiene esto, de una puesta de los actores, Edmond, que muestra un poco el detrás de bambalinas. ¿Mostrar eso también les interesa cuando eligen algún proyecto, como por ejemplo este?

—NS: En realidad creo que un poco la obra muestra la cocina, lo que nos pasa cuando queremos hacer o desarrollar un material arriba del escenario y de pronto tenés algunas adversidades. Obviamente la propuesta es desde el juego, pero con absoluta verdad y con la incomodidad de que de verdad, al no estar funcionando las cosas como deberían, se padece. O sea, porque lo complejo es que para lograr ser errático en el cuento, es que tenemos que estar muy concentrados y hacer las cosas muy bien para que funcione. No es que nos podamos subir a decir o hacer cualquier cosa porque todo vale. En ese sentido, estamos muy encorsetados por la dirección de Manuel.

Sobre la amistad y trabajar juntos

Nicolás Cabré, Jorge Suárez, Nicolás Scarpino y Fredy Villarreal son los nuevos protagonistas de Los mosqueteros del rey, el clásico de Manuel González Gil que regresa 31 años después para hablar de la amistad y los vínculos.

—¿Habían trabajado entre ustedes alguna vez en la tele o en teatro?

—Jorge Suárez: Sí, en la tele.

—Nicolás Scarpino: En tele trabajamos todos.

—JS: En teatro no.

—NS: Yo también, teatro es la primera vez.

–¿Y cómo es encontrarse en el teatro?

—JS: Hermoso, hermoso.

—NS: Creo que también es parte de una decisión de decir “Quiero hacer Mosqueteros” saber quiénes van a ser tus compañeros.

—Fredy Villarreal: Yo me veo como un espectador de lujo, porque estoy en la mejor de las ubicaciones, al lado de estos tres actorazos, y disfruto mucho hacerlo. Me gusta verlo, me gusta observarlo, ver lo que no le conocía desde mi casa, en algunos casos. En el caso de él yo trabajé, siempre lo admiré, a Scarpino. Y no quiere decir que no admire al resto, yo los estoy admirando, por eso te lo digo. Así que es una gran satisfacción el lugar que me han dado. Sobre todo suscitar la risa, que es lo que más me gusta hacer. Y un poco en eco de lo que dicen los chicos, los errores que suceden parecieran ser que son del momento y que nos sorprenden por el imprevisto de su surgimiento y el arte está en que lo tenemos que hacer noche tras noche como si fuese la primera vez que sucede. Eso es muy difícil y lo estamos logrando.

—La obra tuvo un reconocimiento de Unesco por el tema de la amistad. ¿Qué significa para ustedes la amistad, más allá de la obra?

—FV: Unión. Y por sobre todas las cosas, sobre todas las adversidades. Poder pasarlas y al margen de eso seguir estando unidos. En las buenas y en las malas. Acá pasan muchas malas, y en el final estamos unidos. También considerarte amigo del actor que hizo reír, que ya no están, muchos, y en el final los vamos a ver.

—Nicolás Cabré: Sí, bueno, eso, no sé si podría a esta hora hablar de la amistad, pero no, me parece que él un poco lo resume.

—JS: Bueno, la amistad es algo sagrado para nosotros, o por lo menos para mí, seguro, y yo creo que para los chicos también. Es algo sagrado, tanto como este oficio que tenemos también, que nos resulta tan importante al alma. Nosotros creemos que, me parece a mí, la amistad es algo que de alguna manera, sin querer, la obra plantea, aprovechándose de mosqueteros, de dumas, para decir todos para uno y uno para todos. Y creo que este es el mejor momento para decirlo, porque aparte de nosotros, individualmente, siempre los argentinos necesitamos decírnoslo. Tenemos que estar más unidos que nunca.

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