Alicia Muñiz y Carlos Monzón: una historia con final aberrante

La relación entre el deportista y la modelo uruguaya culminó con el asesinato perpetrado por el santafesino.

Reconocido por su trabajo como boxeador, Carlos Monzón ingresó por la puerta grande del deporte para luego incursionar en el cine, la música y también el modelaje.

En su momento, se separó de su primera mujer y comenzó a salir con una joven Susana Giménez, por un período de cuatro años. Cuentan que ese tórrido romance surgió en el set de La Mary, de Daniel Tinayre, donde el equipo técnico contaba que las escenas de sexo duraban mucho más de lo necesario y que muchas veces los “ensayos”, tras el decorado, eran moneda frecuente.

Una noche, el deportista salió con sus amigos y allí conoció a una joven modelo uruguaya llamada Alicia Muñiz. Prontamente iniciaron un romance, pero las peleas, los gritos y los golpes comenzaron a hacerse presentes, como también las idas y vueltas, hasta que pasaron por el altar. La paz llegó por un lapso breve e iniciaron una segunda etapa que se consagraría con el embarazo de Maximiliano, el único hijo en común.

Sin embargo, la violencia doméstica llegó a puntos álgidos: las denuncias eran realizadas pero no tomadas en serio. En este marco, Muñiz aceptó una serie de desfiles en Punta del Este que la tendrían como primera figura, mientras que Monzón decidió instalarse en Mar del Plata para disfrutar de la temporada estival junto a sus amigos.

Muchas fueron las teorías respecto al trágico encuentro. Si bien algunos dicen que la modelo solo viajó a La Feliz para buscar a su heredero, se especulaba también con la chance de una pronta reconciliación para el Día de los Enamorados. Así que fue que, al llegar, descansaron, se pusieron sus mejores galas y decidieron salir a cenar junto a los amigos en común. También se hicieron un rato para transitar por el casino y la discoteca de moda. Luego llegaron a la casa donde el niño descansaba junto a un amigo y comenzaron a discutir nuevamente. Allí hubo una serie de episodios confusos hasta que Monzón la asfixió, para luego arrojarla al vacío.

La mujer yacía sin vida y los paramédicos, al llegar, nada pudieron hacer. De esta manera, el deportista fue apresado, para luego cumplir una condena que lo dejaría por once años en una prisión bonaerense. El juicio a Monzón conmocionó a la sociedad, siendo un caso de femicidio mediático y público, dos décadas antes de que esa figura legal fuera reconocida por el Código Penal.

De campeón a femicida

Por aquel entonces la figura de femicidio aún no existía, y la cobertura mediática eximía de esto a Carlos Monzón. Aun comprobándose su responsabilidad en el hecho, el deportista era visto como un ídolo popular exento de errores o culpabilidades.

Escasas semanas después, ese verano fatídico sumó una nueva muerte en La Feliz, ya que Alberto Olmedo cayó desde un balcón en el departamento que habitaba en la ciudad.

Una vez que la sentencia quedó firme, Monzón comenzó a gozar de salidas transitorias de la cárcel ubicada en Las Flores, dentro de la provincia de Santa Fe. En las largas jornadas que lo albergan, optaba por dar clases de boxeo, instruir a los compañeros y compartir tardes de mate.

En una de las primeras actividades por fuera de las rejas, el hombre aceptó dar un ciclo de boxeo y además comer un asado junto a unos amigos. A la mitad de la tarde, murió en un accidente automovilístico cuando el auto en el que viajaba mordió la banquina, dio vueltas y terminó aplastado al costado de la ruta. El boxeador murió en el acto junto a su amigo y una mujer que se encontraba en el interior.

Solo faltaban catorce meses para que quedara en libertad. El error fatal que lo llevó a morir fue relatado por la única sobreviviente: escuchaban un partido de fútbol por una radio mal sintonizada. El boxeador quiso ubicar el dial y así perdió el control del volante. Además, iban a una gran velocidad porque tenía que llegar a horario para poder cumplir con los regímenes que la Justicia había establecido en su condena. Años después, Carlos Irusta lanzó un libro sobre las proezas deportivas y esta obra fue elegida como base para la serie que reveló los detalles íntimos de la vida de Monzón.

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