Cineastas saltan de la pantalla grande a las bibliotecas

Algunos realizadores han editado en los últimos meses volúmenes centrados en sus historias personales, así como en ficciones ajenas a ellos.

Podría ser la pandemia, como algunos lo manifestaron; lo cierto es que recientemente un grupo de directores argentinos se lanzaron a escribir. Continúan demostrando su talento artístico y repasan, de alguna manera, parte de sus vidas.

Diario Hoy los analiza para ofrecer un panorama del ámbito que ha tenido anteriormente a Lucía Puenzo, Edgardo Cozarinsky, Romina Paula, Alejandro Agresti, Lola Arias, Maria Álvarez y Carmen Guarini como exponentes.

Nada nos puede pasar (Blatt & Ríos), de Nicolás Teté, nos sumerge en un universo de música y cultura pop, de sueños, de artistas, de cine, de proyectos, de amistad, de vínculos y sexualidad; todo de una manera única.

El director de Onix y codirector junto a Guillermo Félix de La vida sin brillos, tiene pendiente el estreno de Todos tenemos un muerto en el placard o un hijo en el closet, que cuenta con un gran elenco. Teté debuta en la literatura con una serie de relatos que invitan a recuperar una época especial, con un lenguaje sencillo y a la vez potente.

El Ruso (Capital Intelectual), de Sebastián Borensztein, es una ficción tan precisamente detallada que sería posible una adaptación cinematográfica o en serie. Narra cómo un cantor de tango en decadencia recibe una propuesta inmejorable para viajar a Europa con su banda y termina envuelto en una de espías y tiros; la trama invita a leer el libro de un tirón.

El director de Un cuento chino, La odisea de los giles y del recordado ciclo Tiempo Final, nuevamente sorprende con su capacidad para atrapar, en este caso, al lector.

La Gloria (Corregidor) es la obra del realizador Javier Torre, quien nos ha deleitado con Un amor de Borges y su adaptación de Las Tumbas, de Enrique Medina. Nos invita a revisar un momento de la historia del cine argentino y mundial, en el que en el Festival de Cannesse premiaron como mejores películas a Viridiana, de Luis Buñuel y a La mano en la trampa, de su padre, Leopoldo Torre Nilsson. ¿Qué hay de cierto y qué de mentira en el relato? El lector sacará sus propias conclusiones.

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