Cultura

El romance de Isabel Sarli y Armando Bo: ¿Qué pretende usted de mí?

Vivieron 25 años juntos, compartieron más de una veintena de películas y tuvieron un amor a prueba de tormentos y persecuciones mediáticas.

Isabel “la Coca” Sarli encontró al lado de Armando Bó un refugio contra las miradas socarronas y el sufrimiento de una infancia triste. Ella nació el 9 de julio de 1935 en Concordia, Entre Ríos, en el seno de una familia marcada por las carencias. Se crió sin su padre, quien los abandonó cuando ella cumplió 6 años, y nunca quiso hablar sobre él. Su madre María Elena, en cambio, la acompañó permanentemente y, a veces, de modo exagerado, asfixiándola sin dejarla decidir. “Yo era una niña solitaria y peleadora. Mi abuela me llamaba Añamenguí. Eso significa hija del diablo. Era muy mala, incluso daba mordiscos”, contaría ella posteriormente.

Su madre odiaba a los hombres y ese fue el mensaje que le transmitió a su hija. Pero Isabel le llevó la contra: apresuradamente, contrajo matrimonio con Ralph, un sujeto apático de ascendencia alemana al que no amaba. “Me casé para librarme de mi madre”, llegaría a declarar. El sexo infrecuente, la poca pasión y el tedio amasado cotidianamente hicieron naufragar el matrimonio.

Trabajaba como secretaria en una agencia de publicidad. Un día la fotografiaron para publicitar un jabón y alguien le recomendó que mandara una foto suya al concurso Miss Argentina. Al principio no quiso, porque creía que todos los concursos son amañados, pero finalmente accedió. Primero la eligieron Miss Capital -entre las participantes estaba Egle Martin, quien luego haría furor en el teatro de revistas- y luego llegaría a la final. Pero la final no pudo concretarse, porque el 16 de junio de 1955 se produjo el bombardeo a la Plaza de Mayo y a la Casa Rosada, con el fin de derrocar al gobierno de Juan Domingo Perón. Debido a la imposibilidad de hacer viajar a las candidatas a Capital Federal para realizar la competencia, los organizadores del certamen decidieron consagrar a Isabel Sarli como “Miss Argentina 1955”.

Armando Bó fue un visionario, el primero en captar en la Coca su llama siempre a punto de ser incendio. La conoció por la foto de una propaganda de dentífrico. La vio y al instante decidió contratarla para la que sería su tercera película. Él tenía el prestigio de haber protagonizado Pelota de trapo, una película de 1948 en la que habían participado muchos de los principales jugadores de fútbol de la época. En su primera cita, Armando la llevó al cine: se estrenaba Un verano con Mónica de Ingmar Bergman. Cuando terminó, le susurró a Isabel al oído: “Yo te voy a dar una malla color carne y vamos a hacer algo así”.

El cine, una pasión que los unió para siempre

El 2 de octubre de 1958 se estrenó El trueno entre las hojas, con guión de Augusto Roa Bastos. Fue el debut cinematográfico de la Coca. Ese día un periodista la llamó y le dijo: “Nena, tu película es un escándalo”. Ella, en un ahogo de desesperación, fue inmediatamente a la oficina de Armando. Él tenía un escritorio cubierto con un vidrio, ella tomó un pesado cenicero y le rompió el vidrio en mil pedazos.

“A la noche de ese día fui al estreno. Los hombres me querían comer viva. Tuve que escapar de ahí. Seguí sin verme desnuda, hasta que llegó a mis manos la revista Life con mis fotos. Allí aprendí que existen las lentes que se acercan en el maldito rodaje”, contaría la actriz que fue la primera mujer en mostrarse de frente y sin ropas en la pantalla argentina. Y agregaría: “Me habían bautizado la higiénica porque siempre aparecía bañándome”.

Isabel Sarli sólo participó en dos películas no dirigidas por Armando Bó. Una de ellas fue Setenta veces siete, de Leopoldo Torre Nilsson, con libro de Dalmiro Sáenz. La otra película fue La dama regresa, dirigida por Jorge Polaco.

Armando estaba casado con Teresa Machinandiarena, con quien tuvo dos hijas –María Jesús y María Inés-, y un hijo –Victor-.
Jamás se divorció, pero tampoco escondió esa pasión que, quizá por su misma clandestinidad, exacerbaba el deseo hasta la obsesión.

Armando Bó falleció a los 67 años. Su último sueño era filmar con la Coca Nueva York, te amo, te odio. Cuando agonizaba, ella se dirigió hasta la casa matrimonial de Armando. Isabel fue la que le dio las últimas caricias y le cerró los ojos. Desde entonces, ella no hizo otra que rumiar la paradoja que atravesó su vida: se casó con un hombre al que no amaba, y con el amor de su vida jamás pudo convivir. Él le llevaba veintiún años, pero nunca dejó de hacer chiquilinadas. Eso fue lo que la mantuvo enamorada: “Sucede que Armando es el niño más grande que he conocido”.

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