Entrevista Exclusiva
Gabriel Machado, el fotógrafo de las estrellas: “El arte siempre salva, sana, rescata y ayuda”
En diálogo con diario Hoy, recorrió su carrera, presentó su nueva faceta como pintor y dio detalles de la obra Fotura, donde fusiona sus pasiones.
Formado en Publicidad y Fotografía, Gabriel Machado forjó su carrera en ambas aristas y cosechó su siembra convirtiéndose en el preferido de las estrellas nacionales e internacionales.
En este contexto inusual de la humanidad donde la vida tal como la conocíamos sufrió un freno debido a la pandemia imperante del coronavirus, el fotógrafo puso manos a la obra para producir su serie de pinturas.
En diálogo con este multimedio, el artista recorrió su vasta trayectoria y reveló las vicisitudes de una trayectoria que no tiene límites ni fronteras.
—¿Cómo fue reinventarse en pandemia? ¿La pintura te devolvió la felicidad?
—Fue muy duro, angustiante pero entendí la frase “Tocar fondo e ir para arriba con mucha fuerza”. Venía atravesando un momento muy terrible, sin trabajar y manteniendo a mucha gente empleada. En esa situación surgió la idea de fusionar mis dos pasiones que son la fotografía y la pintura. El arte siempre salva, sana, rescata y ayuda. Me cambió la mirada oscura que tenía, muy dramática real, no inventada. Así pintar me ayudó muchísimo.
—¿Qué es Fotura? ¿Cómo lo describirías?
—Técnicamente hablando, es la fusión entre la fotografía y la pintura. Surgió un 25 de julio en una fiesta muy angustiante y no sé si es algo que inventé, pero se me ocurrió y es una plataforma que estoy armando para lanzarme a la pintura directamente. Sin embargo, no voy a dejar de lado las foturas que me salvaron de la angustia. Es una especie de “warholeada” de Andy Warhol hacía la serigrafía de los retratos con estas intervenciones pictóricas. Espero que tomen vida propia y me den muchas satisfacciones.
—¿Dónde quedó la fotografía? ¿Sigue vigente el estudio con Cicala?
—Esta profesión está vigente pero sucede que no hay tanto trabajo. Imagínate que junto a José Cicala estamos desde hace 28 años en esto y vivimos la época de esplendor. Ahora no es eso ni mucho menos. Así que no es tema nuestro de abandonarla, pero hoy la fotografía no es lo que era. De igual forma seguimos trabajando juntos. También él hace películas y yo empecé a pintar. Abrimos otros caminos cada uno por su lado para poder expandirnos y tener otras formas de subsistir.
—¿Qué anécdota podés contarnos sobre tu carrera como fotógrafo y el retrato de estrellas?
—Tuve la chance de poder trabajar junto a ella, Al Pacino, Antonio Banderas, Cher. Particularmente no hablo inglés entonces es muy cómico porque contacto a las figuras con lenguaje de señas, o con mímica. No nos entendemos y eso siempre causa mucha risa. Así que suele haber alguien que me ayuda pero no deja de ser muy divertido explicarles que tienen que hacer con las piernas o los brazos en una sesión. La pasión siempre supera la dificultad semántica y nos podemos entender igual. Tengo muchas, suelo gritar mucho para alentar al artista, en la primera vez que le hice fotos a Kate Moss sucedió esta situación entonces para la segunda me pidieron por favor que no lo hiciera. Entonces así fue, en un momento de la sesión ella paró todo, preguntó si estaba haciendo mal las cosas porque no grité. Ahí fue me quería morir porque ella estaba preocupada por eso, le respondí que lo habían pedido porque al lado estaban grabando. Comenzó a reírse. Por otro lado, con Cher hicimos la sesión de fotos más larga de nuestra vida en Estados Unidos, fueron 24 horas sin parar. Empezamos a las 9 de la mañana de un día hasta el otro día. Ella se entusiasmó y quiso seguir.
—¿En qué otros proyectos estás inmerso?
—Estoy recién pariendo esta propuesta de la pintura, y tengo algunas cositas más. Un amigo me sugirió que arme un programa de entrevistas sobre arte, fotografía y pintura. Como me gusta mucho hablar, quizá lo armemos dentro de poco, es decir un piloto que tenga que ver con ello, donde aparezcan temas, situaciones lindas, así que quizá pueda ser un proyecto certero para más adelante.
—¿Cómo es recepcionado tu arte en el exterior?
—Creo que no hay diferencia entre un fotógrafo de Sudáfrica o americano con alguien de acá. Tengo una teoría que alega que el arte gusta o no, no hay que estudiar demasiado una obra y ya, no hay demasiada definición, pasa o no pasa. Considero que lo que trasciende, sea con una obra, música o pintura, es eso, si interpela o no, el arte no tiene barreras.
—¿Qué te inspira? ¿Cómo definirías tu estilo?
—Lo vintage porque soy un fanático de las cosas del pasado. Me gusta Charles Chaplin, de las películas de los años 40, tanto argentinas como americanas, los clásicos. Marlon Brando, James Dean, Elizabeth Taylor, es decir también los artistas de esa época. Ellos son mi eje, siempre estoy anclado en esos años, esa época de oro al igual que el teatro que siempre lo disfruto. Soy muy austero con los gustos en la vida pero me fascina ver actuar.
—¿Cómo definís tu trabajo desde la fotografía? ¿Es cierto que creás un clima único para que el entrevistado se sienta como en casa?
—Amo lo que hago, para mí un trabajo es vivir de algo que no te gusta hacer. Es más no me gustan las vacaciones, ni irme de viaje. Adoro Buenos Aires y estar en mi trabajo. Soy muy austero con los gustos, quiero hacer fotos y estar en los momentos creativos. Para mí, hacer fotos es lo mejor que me puede pasar, es un estado de gracia mágico, es un encuentro de almas. Sucede un momento filosófico porque detengo el tiempo, hago bien al ego de la persona y es una suerte de terapia. No me da tedio hacerlo entonces no puedo decir que es un trabajo.
Siempre trato de crear un clima donde la persona se sienta cómoda, confortable entonces puedo maniobrar en el buen sentido de la palabra. Así la persona puede aceptar lo que planteo, cuando no existe esa entrega, las cosas no funcionan bien. Está bueno que se entreguen, que fluyan.
—En un ambiente tan competitivo, ¿lograste hacer amigos?
—Lo es como puede suceder en un banco, en una escuela entre las maestras, pienso que la competencia es parte del ser humando. Siempre está en las familias como que es una moneda corriente en todas las aristas. He hecho muchos amigos, tampoco como uno lo hacía en la infancia porque tampoco creo en ese modo de concepción. Sucede que le doy relevancia a los momentos amistosos pues nadie es perfecto, siempre te va a molestar algo de una persona. A veces la pasás mejor con gente que no conocés, entonces si coincide un momento amistoso justo con alguien íntimo, es genial, sino son ratos que hay que capitalizar sin tener en cuenta toda la historia de la persona porque si no se empiezan a confundir las cosas, hay que delimitar los momentos de la vida.