“La rebeldía sin causa” de Kate Moss

Corrían los años 90. Una época en donde la exhibición, los lujos, el desborde y los excesos eran moneda corriente en todo el mundo. El culto a las modelos imponía un seguimiento cotidiano desde los medios de comunicación con figuras icónicas que diariamente alimentaban horas y horas de programas de televisión, radio y páginas de periódicos y revistas.

En este contexto es cuando Kate Moss irrumpió en las pasarelas para no retirarse nunca más. Así se convirtió en la musa inspiradora de los diseñadores más importantes y contrajo contratos millonarios que le valieron la popularidad alrededor de todo el globo terráqueo. Consagrada como profesional del fashion, la mujer sostuvo romances escandalosos con músicos y celebridades. Además, recayó en el consumo de drogas y esta adicción no resultó gratuita.

La británica recién había firmado un frondoso contrato con la firma H&M cuando fue fotografiada por un grupo de paparazzis mientras consumía cocaína. Las postales recorrieron el mundo entero, ella perdió los acuerdos exclusivos con las marcas con las que trabajaba y debió salir a pedir disculpas, algo necesario si pensaba continuar en este cruel mercado.

En este sentido, la Policía debió emprender una investigación para detener al dealer pero también a los periodistas por invadir la privacidad, sin embargo más allá del escándalo, este meollo quedó en la nada y ella se convirtió en un ícono de la rebeldía cool e innecesaria (“la rebeldía sin causa”). Tras internarse en una clínica de rehabilitación, cumplir la desintoxicación prevista y volver al ruedo, esta mujer volvió a consagrarse y es la modelo mejor paga del universo según la revista Vogue. Vale mencionar que ella fue descubierta por una estilista y fotógrafa llamada Sarah Daukas en un aeropuerto. Allí su carrera despegó y se convirtió además en la referente más fotografiada del mundo. Así Calvin Klein la eligió para promocionar Obsession, un perfume despojado que debía ser promocionado por una mujer real.

Entre los romances escandalosos, se encuentran sus amores con Johnny Depp, Billy Zane y Peter Doherty, entre otros. Todos ellos catalogados como tormentosos, repletos de adicciones y furias.

Años después, la modelo asentó un poco su comportamiento al conocer al editor gráfico Jefferson Hack, mantuvieron un noviazgo y posterior convivencia para luego recibir a su única hija, Lila Grace, que ya es una adulta y continúa los pasos de su mamá como modelo de alta costura. Es más ya ha realizado campañas pequeñas y la indican como una sucesora fuerte.

El matrimonio no duró ni un suspiro, por lo que la mamá de familia luego se entregó a los brazos del guitarrista Jamie Hince. Cinco años después, se divorciaron amistosamente. Desde hace un tiempo, la mujer emprendió un romance con el fotógrafo Nikolai von

Bismarck, un alemán que tiene relación directa con la aristocracia europea. Siempre de la mano de escándalos, la mujer fue apoyadada por sus fanáticos con demostraciones en público que contaban con sus remeras y frases que rezaban I love Kate.

No hace tanto, la diva logró sincerarse y confesar que siempre estuvo agotada por el trajín que tenía su profesión. Consideraba que por ello debía acudir al alcohol, el cigarrillo y drogas específicas como la heroína y la cocaína.

Nunca estaba sobria y se vinculaba con círculos de amigos que estaban en la misma situación. A pesar de ello, siempre estaba entrando y saliendo de clínicas, tratamientos y ayudas terapéuticas para poder calmarse y retomar las riendas de su vida.

En una situación sana y privilegiada, Kate continúa paseando por las pasarelas pero ahora abrió una agencia donde representa a figuras promisorias.

Hace poco, una mujer que supo ser su manager, declaró que a pesar de sus adicciones y escándalos, Kate supo sacar provecho de la suspensión de sus contratos porque luego llegaban otros de mayor valor y mejores conveniencias personales.

Así supo construir una fortuna que no deja de crecer.