ENTREVISTA EXCLUSIVA

Martina Gusmán: “La historia me atraviesa mucho a nivel personal”

Así lo afirma la intérprete, que vivió de cerca el oscuro pasado de la dictadura por la participación de sus padres en la activa militancia que derivó en consecuencias horrorosas en la Argentina.

Ecléctica, siempre en la búsqueda de nuevos desafíos, Martina Gusmán es una de las intérpretes locales que se abren camino con una proyección internacional notable, además de elegir con precisión cada uno de los roles subsiguientes. A los estrenos recientes de Voces secretas, de Rodolfo Carnevale, y la serie El inocente, rodada en España, sumó su participación en El año de la furia, película hispano-uruguaya del director y guionista Rafa Russo que se sitúa un año antes del golpe de Estado que ocurrió en Uruguay en 1973.

La propuesta llegó hace semanas a HBO Max y está protagonizada por Joaquín Furriel, Alberto Ammann, Daniel Grao, Maribel Verdú, Miguel Ángel Solá y Daniel Freire. Diario Hoy habló con Gusmán para conocer detalles de esta propuesta, que la tiene feliz, al igual que el anuncio de la nueva temporada de El marginal, que llega a Netflix el próximo 19 de enero.

Reconocida por sus roles en cine y televisión, junto a su pareja, y reciente marido (después de 20 años de estar juntos) fundó Matanza Cine, productora audiovisual con la que supieron impulsar proyectos claves en la carrera de ambos como Leonera, Carancho y Elefante blanco. Esta sociedad creativa continuó con la impactante La quietud, película en la que compartió cartel con los internacionales Bérenice Bejo y Édgar Ramírez, y los locales Graciela Borges y Joaquín Furriel. Justamente con este último coprotagonizó El Hijo, propuesta de suspenso, basada en Una Madre Protectora de Guillermo Martínez, y con la que Sebastián Schindel afianzó su rol de director.

En televisión sus participaciones en Babylon, de Gastón Portal, El mundo de Mateo, de Mariano Hueter, y sin dudas la doctora Emma Molinari de El marginal, con Juan Minujín a la cabeza de un elenco que fue rotando de acuerdo a las temporadas, la posicionaron en las preferencias del público local y extranjero. El éxito mundial de esta serie, que continúa entre las más vistas de la plataforma de la N roja y tuvo algunas adaptaciones en otros mercados latinos, la llevó a España para coprotagonizar El inocente, serie de suspenso dirigida por Oriol Paulo, en la que comparte cartel nada más ni nada menos que con la estrella del cine español Mario Casas. En ese país también rodó El año de la furia, aunque tuvo algunas escenas en Uruguay. Por esta hablamos con ella para que nos cuente más del complejo rol que le tocó encarnar.

La cinta cuenta cómo la sociedad de Montevideo en 1972 se encamina hacia una dictadura. Entre sus habitantes, Diego (Ammann) y Leonardo (Furriel), dos guionistas de un programa de humor en la televisión uruguaya, tienen una lucha interna cuando deciden mantener el tono satírico político de su programa a pesar de las presiones ejercidas por sus superiores frente al miedo por las represiones de los militares en aquel momento. En el bando opresor, Rojas (Grao), un teniente del ejército, se le ha ordenado torturar a militares y simpatizantes de la guerrilla de los Tupamaros. Mientras que encuentra en Susana (Gusmán) un hogar en el que ahogar su culpabilidad.

En poco tiempo, la vida de los guionistas y la del militar se encontrarán afectadas por la dictadura que va acumulando cada vez más fuerza. Y en ambos bandos se va a buscar una vía de escape que les permita sobrevivir.

—En El año de la furia te toca un personaje complejo, una suerte de catarsis del rol de Grao, Rojas. ¿Cómo compusiste el personaje? ¿Qué fue lo más difícil de encarnar a Susana en la película?

—Había algo de construir el personaje en la antesala del horror, del vínculo de mi personaje con Rojas, el arco de la historia y cómo construirlo desde algo corporal y básicamente sin diálogos. Con Rafa construimos el vínculo desde ahí, para mí era un desafío muy grande por el nivel de intimidad que incluía y cómo construir de a poco esa historia de amor con ese desenlace particular. Fue todo de la mano de Rafa y de Daniel, para construir eso que fue un momento histórico de no creer lo que estaba pasando pero en el inconsciente colectivo sí sabemos qué pasó. Ese fue el desafío más grande en la construcción de Susana.

—La dictadura en este caso es la uruguaya, pero es muy parecida a nuestro sangriento pasado. ¿Cómo fue para vos participar de una producción extranjera que toca tan de cerca nuestra realidad e historia? ¿Tuviste que hacer algún trabajo de investigación?

—El año de la furia tiene que ver con cómo cada personaje pasa ese año, más allá del lugar geográfico. La situación atravesó a toda la región, y la película muestra cómo sus decisiones van marcando su vida, eso sí los interpela a todos y eso es muy lindo cómo está contado. Es una película de relaciones, historias humanas y de transformación. En cuanto a lo histórico concreto, sí me atraviesa mucho a nivel personal, mis padres militaron en la época de los 70, como argentinos nos atraviesa a todos, más en mi generación que somos hijos de desaparecidos.

—Mencionás a tus padres, ¿cómo fue que te inspiraste en ellos?

—En mi caso concreto, mis padres atravesaron todo como los personajes, mi padre estudiaba cine, militaba y filmaba cosas para Montoneros, y después tuvo que ocultarlas, como los guionistas estaban influenciados en qué podían contar y qué no, mi padre lo vivió, o mi madre, que estudiaba Sociología. La mayoría de sus amigos desaparecieron, una generación interpelada por muchas cosas: “¿Qué hago? ¿Me quedo, me voy, milito, lo cuento...?”. En este caso, mis padres se quedaron con un nivel de inconsciencia absoluta y sobrevivieron, así que sentí como un privilegio muy grande de poder contar esta parte de la historia.

—La película tiene una propuesta muy de poner el cuerpo, pero también de componer hacia adentro, en este caso. Con este contexto, ¿cuál fue la escena más difícil que te tocó hacer en una producción de estas características?

—La escena final. Había algo que implicaba mucho para esos personajes, en función del vínculo y creencias, víctimas y victimarios, implica muchas cosas, más allá de la escena en sí que tenía una complejidad y fue muy difícil hacerla.

—La película antes de llegar a HBO Max ­recorrió varios festivales, en los que pudiste presentarla junto a algunos de los actores y el director. ¿Qué devolución tuviste de tu ­personaje?

—Tuve una devolución muy bonita, del vínculo con Rojas, cómo se transmitía una historia de amor con muchas contradicciones, y la experiencia para mí fue superbonita, con Daniel y con el resto de los compañeros.

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