Entrevista Exclusiva

Pablo Rago: “No juzgar el personaje es uno de los primeros pasos”

Sin dudas uno de los rostros más populares del cine, la televisión y el teatro local. Un actor que compone cada personaje como si fuera el último, sabiendo transitar diferentes géneros y colores.

Con La noche mágica, ópera prima de Gastón Portal, Pablo Rago regresa a las salas acompañado de Natalia Oreiro, Diego Peretti y Esteban Bigliardi. Diario Hoy lo contactó para conocer detalles de su vida en pandemia, el trabajo en esta deslumbrante propuesta y también para recordar a un compañero entrañable, Carlos Calvo.

—Fuiste protagonista de una de las últimas películas que se vieron en salas en 2020, El robo del siglo, y ahora sos uno de los que encabeza el elenco de la primera película nacional que vuelve a salas en la reapertura pospandemia. ¿Sensaciones?

—Es rarísimo todo lo que pasó. Las dos películas se filmaron una tras la otra, una se estrenó en enero y la otra se iba a presentar en abril. Es muy raro lo que pasó, celebro que los productores la guardaron hasta poder estrenarla en cines, y no en una plataforma. Estoy feliz de que se estrene en cine, más allá que no es la situación ideal, no creo que sea masiva la asistencia, aunque hubo buenos números en el arranque de las salas. Espero que la gente responda, no está fácil todo, estamos cuidándonos mucho, estar en un cine encerrado es raro, más allá de los protocolos.

—Como actor, ¿cómo se vivió el parate de la pandemia?

—Fue muy raro, incluso había proyectos pautados que no se pudieron llevar adelante porque la pandemia cortó todo. En un primer momento pensé que estaba bueno para pensar en otras cosas, y a medida que iba pasando el tiempo, con la incertidumbre, no la pasé bien. Volví de las vacaciones, con ganas de trabajar y quedó todo trunco. Estaba ensayando una obra de teatro con Marcelo Cosentino, para hacer en Córdoba, pero luego no se pudo, es como eso que dicen que los boxeadores se cansan más con la piña que no pegan, no estuvo bueno, no la pasé bien, no aproveché para ponerme como Rocky Balboa contra el ruso, no me salió.

—¿Cómo fue encarnar a Cachete? Arrancás desnudo en la primera escena...

—Fue muy divertido, me sumé a las dos semanas de rodar, me divertí, me parecía una película de gran riesgo, no es una comedia convencional, tiene muchas aristas, por deformación profesional uno cree que podría ir por un lado, pero va por otro. Natalia insistió mucho para que esté en la película, queríamos volver a hacerlo hace tiempo y no se daba. Conocer a Gastón, trabajar con él, volver a trabajar con Diego otra vez, veníamos de El robo del siglo, e hicimos Papeles en el viento, y del rodaje de El robo… una experiencia tan intensa, salir a hacer esto fue muy bueno.

—Todos están corridos del lugar que siempre se le asigna popularmente. ¿Cómo fue encontrarse en el set con la propuesta?

—Haciendo lecturas con el elenco y el director nos mirábamos y decíamos: ¿Y esto? No sabíamos cómo se actuaba, de hecho Natalia toca una cuerda que no es la suya, la que estamos acostumbrados a ver de ella. Eso habla bien de Gastón, de formar un elenco de figuras conocidas para asumir un riesgo y hacer una película distinta, incómoda. Nos pasó en las lecturas y en el rodaje de sentir esa incomodidad. Hablé mucho con Gastón sobre qué quería del personaje, que no cayera en el estereotipo del gay. Además, filmar de noche modificaba todo, volviendo a casa a las cinco o seis de la mañana, modificando hábitos que nos ponía a todos en el mundo extraño de la película.

—¿Juzgaste a los personajes?

—No juzgar el personaje es uno de los primeros pasos, he escuchado a varios compañeros a lo largo de mi carrera diciendo yo a un nazi, a un milico, a un represor, a un pedófilo no lo actúo, en ese sentido ninguno de nosotros sintió prejuicios con respecto a los personajes y se nota en la película, el primer paso es no juzgarlo desde la actuación porque si no, no se conseguiría el resultado que el autor está buscando.

—¿Ayudó la estructura símil teatro?

—Sí, totalmente, en un punto siento que es una obra de teatro, estamos todo el tiempo juntos, excepto las partes de Nicola (Peretti) con la nena, es una puesta teatral y de hecho le pregunté a Gastón si se había inspirado en eso y me dijo que sí. Es muy teatral y al momento de filmarla también, primero ensayábamos solos y luego con el equipo, así que sí lo siento así.

—¿Cómo sigue el año de trabajo? ¿Se puede ­planificar?

—Hay de todo, hay un par de películas, una serie en Córdoba, una obra de teatro, pero por supuesto todo es medio día a día, porque no sabemos las condiciones en las que estaremos los productores están con paso de plomo. Hay cosas que desde enero se están pateando, hay algo de televisión, pero cada 20 días se vuelven a comunicar, hay series para la segunda parte del año, estoy entusiasmado porque siento que se está moviendo la industria, no sólo por mí, sino por todos los compañeros que la estuvimos pasando mal.

El recuerdo de Carlos Calvo

Si bien ya había trabajado en cine (La historia oficial) y televisión (Clave de sol), el éxito de Amigos son los amigos, que marcó el inicio de Canal 11 como Telefe, posicionó a Pablo Rago como uno de los actores más populares. En el programa compartió el protagónico con Carlos Calvo, recientemente fallecido. Luego se encontraron en el escenario y nunca dejaron de estar en contacto.

—¿Cómo viviste el fallecimiento de Carlín? Justo por ese entonces habían repuesto Amigos son los amigos con gran éxito…

—Fue durísimo, más allá que hace mucho tiempo venía mal, fue muy triste, uno nunca espera que alguien se vaya. Con respecto a Amigos… lo vi con mi hijo, que tiene 18 años y nunca lo había visto, y fue emocionante ver cómo se reía, por supuesto se reía de mí, de mi ropa, de mi pelo, se burló mucho de mí, pero tuve unos recuerdos muy vívidos del programa. Cuando me enteré de lo de Carlín fue inevitable, por lo que sentía y siento por él estar mal, mi familia, él fue muy cercano, compartió muchas cosas con nosotros, aparecieron muchas fotos, que me trajeron muchísimos recuerdos, me pegó mucho, el día que falleció fue el día que mi hijo se recibió del secundario, tenía sentimientos encontrados, en el colegio, cuando lo acompañé a recibir el diploma se acercaban para darme las condolencias, tenía el orgullo y la alegría de lo que estaba pasando con mi hijo y por el otro el dolor de despedir a un amigo. Fue un compañero con el que compartí muchísimas cosas, muchos años, nos reencontramos en el teatro, éramos como dos chicos, nos amábamos, a los diez minutos nos cag.. a puteadas. Siempre tuvimos una relación, a pesar de la diferencia de edad, como si tuviéramos la misma, y muy parecido a lo que pasaba en el programa.

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