Se presenta la obra poética de Pipo Lernoud, pionero del rock argentino

Nombre fundamental en la historia de la contracultura y del rock nacional, esta tarde dará a conocer en La Plata Mi cara en el espejo, libro que reúne su obra poética completa

Su nombre de pila es Alberto Raúl y nació en 1946. Pero en realidad él es simplemente Pipo Lernoud y parece que tiene cien, doscientos años. Al menos juzgando por lo que vio, escuchó y registró, porque es periodista, escritor, poeta, compositor, militante agroecológico. Uno de los fundadores e ideólogos del rock argentino y autor de algunas de las canciones más emblemáticas del género.

Fue contemporáneo, amigo y cómplice de Moris, de Tanguito, de Miguel Abuelo. Fundó y dirigió, entre otras revistas, Expreso Imaginario, una de las publicaciones más importantes de la contracultura argentina. Sí, su foja de servicios lo delata: un nombre andado y dado a dejar escrito lo vivido. Desde aquellos años hippies en La Cueva del Once hasta las actividades pioneras de la agroecología en la Argentina.

Hace unos años editó Yo no estoy aquí. Rock, periodismo, ecología y otros naufragios (1966-2016) por Gourmet Musical. Compilado mínimo, vital y móvil de gran parte de su obra escrita. Hay en esas páginas cincuenta años y medio mundo recorrido. Y ahora acaba de publicarse Mi cara en el espejo (editorial Cae de Maduro), obra poética completa.

En esas 150 páginas se lee y se encuentra un hombre que cuenta en verso su propio derrotero. Hay influencias claras, líneas rectas que desde esas estrofas cruzan algunos nombres. Lo que, en palabras del propio Lernoud, operan como piedra basal de toda su cosmovisión, su formación, sus amores primeros, la educación elegida. Por ejemplo, Jack Kerouac y Allen Ginsberg, Bob Dylan, Walt Whitman.

Pero se adivina también la influencia de los contemporáneos de acá, esos compañeros de andanzas y cofrades de la bohemia de los sesenta que fundó el rock vernáculo. No una influencia literaria, mas sí de pares, de escribir sobre las mesas de los bares, de naufragios por aquella ciudad y de más de treinta minutos de vida.

A su modo, Mi cara en el espejo funciona como una suerte de diario de viajes. Cada uno demarca un tiempo y territorio volcado en cuadernos. Así, cada uno de los capítulos indica un cuaderno de determinada época y lugar: Precuela, Cuaderno de Villa Gesell, Náufrago, ­Canciones, Cuaderno Capilla, Cuaderno regreso, Cadaqués, Expreso, Buenos Aires, ­Ranchos y Almagro.

Puestos todos juntos, estos poemas encuentran un centro tonal, un espíritu en común: apuntan hacia la adoración de lo vital. Como si en ellos se intentara traducir algo de la respiración, del aliento del mundo. Existencialismo, inconformismo, naturalismo, contemplación, ecología. Esas son las temáticas en común de estos poemas.

Los hay con cierta inocencia y humor, desgarradores, los hay breves casi haikus y también extensas estrofas –su propio Aullido–. Por citar unos pocos ejemplos: “No hay valores, pero el vuelo de un pájaro es un punto de referencia para mirar a ningún lado”, en Carta poema a Mario “Colorado” Rabey; o “estás triste o alegre y te aceptás, importan el cielo, la lluvia, algunas historias”, en Apuntes en la cárcel de Villa María.

Puestos a la par, el compendio de escritos Yo no estoy aquí y esta antología poética pueden verse como las obras completas de un nombre fundamental de la contracultura. Hace unos años dijo que “estaba cerrando el boliche”, pero parece que queda mucho en el carretel.

Mi cara en el espejo se estará presentando hoy en la Biblioteca Central de la Provincia (47 casi esquina 5) a las 18, junto a amigos, amigas y colegas de Lernoud. Lo que se dice una celebración abierta al público. Pipo Lernoud no cabe en un par de páginas o de cuadernos. Pero bien vale acercarse a la vida y obra de uno que estuvo siempre en el camino.

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