Entrevista Exclusiva

Vera Farmiga y Patrick Wilson revelan detalles de El conjuro 3

Una nueva entrega de la saga de terror que reposicionó al cine de género en lo más alto ha llegado a las salas. La dupla que encarna a la pareja protagonista dialogó en exclusiva con diario Hoy.

Vera Farmiga y Patrick Wilson encarnan una vez más a Ed y Lorraine Warren en El conjuro 3: El diablo me obligó a hacerlo, de reciente estreno en salas. Bajo la dirección de Michael Chaves, la cinta potencia el universo creado por James Wan. Diario Hoy dialogó en exclusiva para Argentina con la dupla, para conocer más sobre su trabajo en la saga y sobre su mirada en relación con esta entrega.

—Vera, tu personaje en esta oportunidad es mucho más fuerte que el de Patrick, ¿cómo desarrollaste este aspecto de Lorraine?

—Vera Farmiga: Lorraine es más fuerte que Ed, y creo que la fuerza, física, proviene de la posibilidad de, en esta entrega, investigar más sobre las capacidades de ella como clarividente, como psíquica. Pero no sólo en cuanto a telepatía, por ejemplo. Para mí tiene que ver con la clarividencia y la cognición, precognición, todas las diferentes facetas; y con sólo investigar, eso ya la empodera, la fortalece, también sus habilidades. Era importante que eso cambie para el espectador, y por eso los guionistas lo incorporaron. Y como pareja, con Ed, alivia sus tormentos y ansiedades. Así ella ayuda al resto, y también a su marido.

—Vienen de encarnar hace tiempo ya a Los Warren. Para esta película, ¿hubo algún punto que querían trabajar o profundizar?

—Patrick Wilson: Cada vez que nos calzamos los zapatos del personaje tratamos de sumar nuevos aspectos, no hacer siempre lo mismo. No pienso en “quiero que Ed haga esto o lo otro”, sino que trato de interpretar cosas nuevas para el universo de El Conjuro, empujando los límites del personaje.

—Vera, ¿la muerte de la verdadera Lorraine afectó la manera en la que la encarnás en la saga?

—VF: No. Realmente la extraño, su amistad, la extraño. Y creo que el tiempo que pasamos juntas fue tan intenso e impactó tanto en mí, su aura, su belleza, lo bella que era; ella siempre amaba y era tan amable, eso está conmigo. Y no creo que eso afecte mi actuación, más que no tenerla más para compartir. Ella no estaba ahí para mí, para hablar cuando levantaba el teléfono.

—Es el primer proyecto de la saga que no dirige Wan, ¿cómo fue el trabajo con el nuevo director?

—PW: Es la segunda vez que somos dirigidos por otro realizador. Es incomparable. Sí pasa que cuando pienso en El Conjuro, la franquicia, me viene a la cabeza James. El trabajo de Michael fue increíble, principalmente el vínculo de los Warren. Lo llevó a la pantalla de una manera única, con humor y alegría en el set, que es importante cuando trabajas en un proyecto tan oscuro. Y además logró llevarlo hacia un lugar de thriller y no solo de “casa embrujada”.

—¿Hay alguna historia de algo extraño que haya pasado en el set, de esta, o de las otras entregas?

—VF: Han pasado cosas y no sólo en el set, pero no me gusta hablar de eso. Lorraine siempre decía que solo por hablar de eso abrís una puerta para que las cosas sucedan, y estoy diciendo esto y mis manos sudan. En la primera entrega, más que en las siguientes, pasaron, con los niños. Pero prefiero cerrar esto, no quiero que estén cerca.

—¿Qué significan estos personajes para ustedes?

—PW: Mucho, de muchas maneras. No tengo otro rol con el que he convivido por ocho años, amo que uno puede conectarse de otra manera. Y la relación entre Ed y Lorraine es muy especial para mí, volver a eso es único. Tengo la suerte de tener una compañera tan increíble, aliada como Vera, no lo podría hacer sino.

—VF: Amo esta representación que hacen del matrimonio, que es posible. Admiro la manera en que se aman y respetan, luego de 50 años, y de seguir trabajando además con lo sobrenatural. Amo reflejar esto con Patrick.

—¿Qué los haría no sumarse a una nueva entrega?

—PW: Que tenga una historia tan ridícula que me haga decir que no.

—VF: Yo podría hacerlo por años, décadas, con Patrick. Si me pongo a soñar, me encantaría hacer un musical de los Warren.

—PW: Me pregunto porque aún no sacaron un Funko Pop nuestro. Hay de Anabelle, por ejemplo, pero de nosotros no.

—VF: ¡Vamos! Ya tienen que hacer unas figuras de acción nuestras.

—PW: Seguramente casos que la gente no creería que pudieran ser ciertos, pero creo que estamos bien.

—VF: Un director de otra película me envió hace poco un texto del hijo de una amiga, que decía que quería ser criminólogo de grande por la película. Volviendo a las figuras de acción, necesito que las hagan.

—La película tiene un mensaje sobre “el amor puede con todo”, muy positivo, que es raro en una película de terror…

—VF: Ese mensaje es lo que hace crecer tanto a la saga. El amor es el poder más grande de la Tierra, te protege de todo, no importa que difícil y complicado sea todo. Y en esta, además, el personaje de Lorraine tiene mucha fuerza; y la película se concentra en el bienestar de los Warren. Es optimista, positiva y habla de la compasión.

—PW: Creo que una de las cuestiones por las que James lleva tan bien el tema de género, en esta franquicia y en otros proyectos, es porque creo que es parte de su vida. Mi versión de Ed tiene que ver con ideales feministas. Y cómo acompaña a Lorraine, y lo que ven, de su relación, es algo que está presente porque los realizadores lo han tenido presente. Creo que eso da calidad al proyecto, porque abrazó estos temas.

Ruairi O’Connor, el “poseído” del filme

Ruairi O’Connor se suma a la terrorífica saga en El Conjuro 3: El diablo me obligó a hacerlo, dirigida por Michael Chaves y protagonizada una vez más por Vera Farmiga y Patrick Wilson, encarnando a Arne Cheyenne Johnson, un hombre poseído por un espíritu y que llevó a los Warren a límites insospechados. Diario Hoy dialogó con él para saber más de su trabajo en la propuesta.

—¿Cuál era tu conexión con lo “paranormal” antes de trabajar en El conjuro?

—Por suerte, siempre tuve miedo a temas como las posesiones y el mundo paranormal. Vera tiene una relación “sana” con ese punto, y yo traté de buscar miedos particulares que tenía para interpretarlo. Es divertido pretender que tenés miedo; pero, por suerte, nunca vi un fantasma.

—¿Qué fue lo más difícil de encarnar este personaje con sus dos caras?

—Fue física y emocionalmente muy demandante el hecho de encarnar a alguien que está poseído y embrujado, guiado por demonios que lo llevan a hacer estos actos pero de una manera involuntaria para él. Así que, escena a escena, tenía que ver si estaba poseído o dominado por esos pensamientos oscuros, entonces fue muy en el paso a paso.

—¿Cuál fue la escena más complicada de rodar?

—Creo que fue la apertura, tenemos 10 u 11 minutos de exorcismo. Todos estuvimos involucrados, incluyendo a Patrick, a Vera, y al resto de los actores. La hicimos muchas veces, una y otra vez, con máquinas de viento que hacían volar todo. Las cosas estallaban contra las paredes; aunque luego se agregaron efectos de CGI, dobles de riesgo. Fue muy demandante, pero todos trabajamos en conjunto. Esto es algo que se repitió a lo largo de la película, y especialmente esa conexión se dio con Patrick y Vera. Cuando la mirabas a ella, a sus ojos, en el medio de una escena; te morís, podés ver su alma, el tuyo, el universo, y te olvidás por un tiempo que estás rodando una película. Esos son los momentos que quiero conseguir en mi carrera. Es ese maravilloso encuentro entre la demanda que tenés, la presión, el hambre por actuar, y la reunión con esta gente maravillosa. Esa escena fue mi preferida haciéndola.

—¿Y cuál tu favorita, ahora que viste la película?

—Todo lo que tiene que ver con el Padre y Kastner. Es tan buena, hay tanta información. No había visto eso antes, me encantó.

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